Cuarenta años siempre listos

El sábado pasado un gran fogón reunió a todos aquellos que se sumaron a los festejos de las cuatro décadas de vida del Grupo Scout Nuestra Señora de la Paz.

El Grupo Scout Nuestra Señora de la Paz conmemoró los 40 años de su fundación, ocurrida un 23 de abril en la parroquia homónima. Cuatro décadas forjando mentes y poniendo en valor la solidaridad y la camaradería. Su primer director fue el padre Augusto Appel y sus primeros dirigentes, Guillermo Connell, como jefe de grupo, y Guillermo Albarellos y Guillermo Etcheverry, como ayudantes. Contaba con dos ramas: lobatos y scout, sumando alrededor de medio centenar de niños y jóvenes de entre 7 y 13 años.

Guillermo Connell recuerda aquel inicio: “Pinamar en aquel momento no tenía ni 2500 habitantes en todo el partido y una inquietud de los otros dos Guillermo (Albarellos y Etcheverry) que me propusieron y lanzaron la creación de un grupo Scout para los chicos de aquel entonces hizo posible el sueño. La fundación fue el 23 de abril de 1979, el día de San Jorge, que es el patrono de los Scout a nivel mundial. Pinamar tenía recién diez meses de vida como municipio independiente; era el Municipio Urbano de Pinamar. Estaba todo por hacerse y en desarrollo y qué actividad había para los chicos, cualquier actividad social estaba empezando, y así fue como la propuesta se llevó adelante y comenzaron las actividades un sábado a las 2 de la tarde, al lado de la iglesia, en un baldío”.

La necesidad de brindarles algo a los chicos hizo que el boca a boca entre los padres surtiera efecto y hubo una respuesta importante a la convocatoria. Poco a poco se fue tejiendo una historia donde hoy no son pocos los papás que completan el círculo y alguna vez también fueron scouts.

“Yo inicié mi actividad en el scoutismo con 7 años. Pasé por todas las ramas. A los 8 años tomé mi primera promesa de lobato. Toda mi vida estuve dentro del movimiento scout. Tuvimos un apoyo muy grande de quien nos apuntaló y guió, Dolly Connell, mi tía y madrina: alguien que fue conocida en el movimiento scout a nivel mundial por motivar el movimiento tanto en Argentina como en otros lados. El scoutismo es algo muy especial, algo que realmente hay que vivirlo para sentirlo, todo hace que el lema del scout sea estar ‘siempre listo’ y dejar el mundo mejor de lo que lo encontramos, es difícil, cada vez es más difícil, pero cuando uno es chico y joven hay muchos ideales, y este tipo de ideales son positivos, son ideales que ocupan espacios libres y los tiempos de ocio pero en forma positiva, se hacen amigos, mejora la convivencia, se aprende con la naturaleza, a arreglarse con lo que se tenga a mano. Jugando se aprende. Entonces a medida que el chico aprende se le va exigiendo un poco más respecto a las actividades y hoy por hoy hay personas que aprendieron cosas que no olvidaron más, como armar un refugio, como conseguir agua sin tener nada a mano. Esas cosas quedan grabadas”, repasa.

En aquellas épocas el movimiento scout se asociaba a través de la Unión Scout Católicos Argentinos (USCA), y la mayoría de los grupos funcionaba en una parroquia o iglesia.

Ante la aparición de nuevas prácticas religiosas, familias agnósticas en algunos casos, el movimiento dio un giro y se empezó a formar INSA, Institución Nacional de Scout Argentino. Esto acentuó la pluralidad del movimiento.

“Para nosotros no era obligatorio que fuera de una religión o de otra: era abierto. En algún momento ‘me tiraron de las orejas’ pero no les hice caso porque priorizamos por los chicos y no por la ideología religiosa. Cuando yo empecé, también era muy joven, tenía 20 años, y los chicos tenían entre 7 y 12, y hoy hay jóvenes que están en Pinamar, profesionales, empresarios, comerciantes, familias tradicionales. Hoy tenemos en el HCD ex scout, como Guillermo Migliorini, Gregorio Estanga, Daniel Bermúdez y Martín Viotti. Era todo muy salvaje en aquella época. Hacíamos actividades al aire libre y había mucho monte, mucho médano. Nos iniciamos detrás de la iglesia, en un baldío, y después se vendió. Iban a construir, y autoridades municipales nos dijeron: ‘Acá hay una calle con una subida muy alta y no la vamos a abrir’. Y así fue. Empezamos a hacer actividades ahí. Luego se fue urbanizando toda esa zona y fuimos los primeros, después del grupo de caballería, en ir al Polideportivo. Era una reserva fiscal de 30 hectáreas. Pusimos el pie y la bandera y nuestras construcciones de troncos. Luego se fue construyendo la sede scout y continuaron con mucho esfuerzo los actuales dirigentes”, pormenoriza Connell.

El sábado pasado un gran fogón alentó la reunión. El intendente, Martín Yeza, se acercó para saludar y entregar un reconocimiento. Estaban los de ayer, los de siempre y las nuevas generaciones. Todos siempre listos para dejar el mundo mejor de lo que lo encontraron, lo que no es poca cosa.