A lo largo de mi recorrido laboral y profesional liderando o siendo parte de equipos, algo que siempre llamó mi atención es cómo la gestión emocional influye en la productividad y el bienestar general de cualquier organización, empresa, ONG, institución educativa o una organización comunitaria. Estoy convencida que el éxito organizacional pasa indiscutiblemente, por la sostenibilidad emocional y parte de esto implica asegurar una comunicación clara y honesta.

El contexto regional y cultural juega un papel clave en cómo se logra esta sostenibilidad emocional, porque las organizaciones no operan en el vacío. El entorno socioeconómico, político y cultural del país o región influye profundamente en la dinámica emocional de las personas que la integran. Por ejemplo, en regiones con altas tasas de incertidumbre económica o inestabilidad política las organizaciones enfrentan desafíos emocionales específicos, como ansiedad y estrés crónicos. Y por eso adaptar las estrategias de sostenibilidad emocional a la realidad de cada región es crucial para obtener resultados efectivos y duraderos.
En Argentina, el concepto de sostenibilidad emocional está en etapas inicial. Se observa un interés creciente y mayor conciencia sobre la importancia del bienestar emocional, especialmente luego de los desafíos que presentó la pandemia del COVID-19. Y empresas y organizaciones comenzaron lentamente a implementar programas y estrategias enfocadas en la gestión emocional y bienestar psicológico, aunque el camino hacia una generalización de estas prácticas recién comienza.
Como señala Daniel Goleman en el libro "Inteligencia Emocional", nuestra habilidad para entender y manejar emociones determina en gran medida nuestro desempeño profesional y organizacional. Está comprobado que los equipos que fomentan una comunicación abierta sobre sus emociones tienen resultados significativamente superiores. Y esto se debe a que la empatía y la escucha activa no solo generan confianza, sino que también fortalecen vínculos y aumentan la eficiencia hasta en un 20%, según datos aportados por el propio Goleman.
La investigadora Brené Brown sostiene que mostrar vulnerabilidad fortalece a los equipos. En mi experiencia, compartir mis propias inseguridades no me hizo parecer débil, sino que reforzó mi liderazgo y me posibilitó construir un entorno más honesto, creativo y resiliente. Brown profundiza esta idea y dice que liderar es mostrarse auténticamente vulnerable para permitir que otros lo hagan también. De alguna manera la autenticidad sería la fuerza transformadora de las relaciones laborales, desde esta mirada.
Otro enfoque es el de Martin Seligman y la psicología positiva. En este caso se sostiene que cultivar deliberadamente el bienestar emocional genera un impacto tangible en la satisfacción laboral y organizacional. Y se pueden citar como ejemplo organizaciones como Google y Patagonia que adoptan estos principios mediante la práctica del mindfulness o impulsando programas de bienestar emocional, y con esto han logrado reducir su rotación de empleados y aumentar sus índices de satisfacción interna.
Las organizaciones que quieran incorporar programas y estrategias enfocadas en la gestión emocional y bienestar psicológico pueden hacerlo fomentando espacios abiertos para la comunicación honesta, brindando capacitaciones en inteligencia emocional, diseñando políticas que promuevan la salud mental y ofreciendo talleres de mindfulness. Pero sin dudas, nada es posible si los líderes organizacionales no asumen un rol activo, dando ejemplo con acciones y decisiones que reflejen la importancia de cuidar las emociones y el bienestar psicológico.
Hoy estoy más convencida que nunca de que la sostenibilidad emocional no es solo una teoría que suena bien, sino que es un recurso fundamental para cualquier organización que aspire a un éxito sostenido. Invertir en la salud emocional y la comunicación transparente, considerando siempre el contexto particular de cada organización, es el camino hacia un liderazgo más humano y efectivo, capaz de transformar positivamente cualquier ámbito organizacional, incluso en los contextos más adversos.