Oikos, la casa de todos

Por Amanda Paulos
Bióloga, docente, observadora de fauna silvestre

El Oikos, en la Antigua Grecia, era la casa como conjunto de bienes y personas. En las ciudades-estado el Oikos era la unidad básica de la sociedad y lo componían la familia, los bienes, todo el personal, y los esclavos. La cabeza del Oikos generalmente era el varón de mayor edad. Este término es el origen etimológico del prefijo moderno ‘eco’ que encontramos en dos palabras de uso muy común en los últimos dos siglos: ecología y economía. La palabra economía es de uso muy antiguo, puesto que deriva de los términos griegos oikos = casa y nomos = reglas, la cual significa “gobierno o administración de la casa”, en sentido amplio. Ecología, en cambio, es un término acuñado hacia fines del siglo XIX y que también deriva de oikos, y de logos = conocimiento, y que significa entonces “conocimiento de la casa”.

¿De qué casa estamos hablando hoy? ¿Qué casa es el objeto en este siglo XXI de la economía y de la ecología, dos ámbitos de las ciencias que suelen contraponerse tan a menudo? Estamos hablando de nuestra casa común, de la casa de todo ser vivo, de toda roca, suelo, aire y mar. Parece ser, por el orden de aparición de las palabras en cuestión, que nosotros, los dueños del lenguaje, aprendimos primero a administrar y gobernar nuestra casa sin conocerla y, sólo después de varios siglos nos dimos cuenta de que para administrarla tenemos que conocerla. Tras el conocimiento viene el amor, y solamente lo que se ama se cuida bien.

Cada vez que abordamos este tema recuerdo el libro Verde contra Verde. Las difícil relación entre economía y ecología, del licenciado Elio Brailovsky, conocido investigador y escritor argentino quien nos ilustra sobre qué son los recursos naturales, qué es el daño ambiental, por qué el ambiente se transformó en negocio, pero también sobre la protección del planeta y cuánto cuesta aproximarnos a cumplir como especie este sueño de muchos.