Si las estadísticas siguen de su lado, estamos condenados

Tremenda semana para nuestros amigos de Cambiemos.

Yo creo que siguen festejando todavía (Mauricio por supuesto que festeja por su ex primo). Es increíble cómo manejan la agenda mediática y los tiempos de la Justicia. Cuando las papas queman desde el punto de vista económico, siempre tienen un as bajo la manga para tapar momentáneamente el sol con la mano.

Seamos sinceros, este semestre nos dio como un tren de frente en la cara. Inflación muy por encima de lo previsto, con aumentos muy desproporcionados, aumento de tarifa por las nubes, caída de la actividad económica y devaluación. Tremendo combo; a otros, por menos, los hubieran colgado de la Plaza de Mayo. Entonces, cuando todo estaba oscuro, primero, tremendo hallazgo de los cuadernos, y luego, la condena a Amado. Qué victoria. Qué semana.

Creo que lo más importante es que la condena de esta semana es impactante por dos motivos. Primero, porque se convirtió en el primer vicepresidente preso por corrupción; fue condenado a cinco años y diez meses de cárcel por apropiarse ilegalmente de la imprenta. Igualmente, como todo K de buena cepa, no es la única causa que tiene. Todavía le restan temitas menores, como los autos de alta gama, la rendición de vales sin control, la renegociación de la deuda de Formosa y compra de acciones cuando era funcionario. (Crack.) Lo importante de todo esto es que finalmente vemos cómo de a poco aquellos políticos que han delinquido empiezan a pagar por sus actos. No es por el hecho de Boudou en sí mismo, sino por el mensaje que se la da a una sociedad que ya no tiene esperanzas de que exista la justicia para todos por igual. Creo que lo que se rescata principalmente es el rumbo que, creo, se empieza a marcar. (Me gustó el cinismo en el alegato de Boudou. Pensé que uno no podía ser tan cínico, pero siempre te sorprenden.) Eso fue una parte de la semana inolvidable. La otra fue la cinematográfica situación de los cuadernos (posta que Hollywood se va hacer un festín con tantos guiones que le estamos dando).

Tremenda secuencia. Ocho cuadernos, cientos de anotaciones, cifras millonarias de dinero, direcciones, patentes de vehículos, videos, entre otros datos, se convirtieron en una especie de GPS de la corrupción que derivó en una causa judicial que investiga el circuito de sobornos y que alcanzó a ex empresarios y hombres de negocios de las principales firmas. Claro está que todos estos actores integran una asociación ilícita que durante la anterior gestión institucionalizó un circuito de sobornos que podrían superar los 160 millones de dólares (después nos preguntamos dónde está la guita). Con datos sobre coimas que el chofer de Baratta tenía en estos cuadernos, el juez Bonadío detuvo a ex funcionarios y empresarios.

Casi todos son empresarios de la construcción y del sector energético, beneficiados con importantes contratos durante el kirchnerismo. Incluso algunos de ellos continuaron con obras con la gestión de Mauricio Macri. (Olvidate de que la red de corrupción sea sólo de la década ganada. Esto es un sistema que trasciende al poder político.) Lo importante es desarticularla o por lo menos castigar a los que se sepa que intervinieron y no beneficiarlos porque ahora se arrepienten, porque la guita ya la tienen afuera. ¿Cómo pensás que afuera hay tanta guita? ¿Que sólo se hizo con fondos producto del trabajo genuino? A este país lo saquearon siempre, y en las épocas más prósperas, más aún. Tenemos 200 años de corrupción en las venas, arraigadas y que fundamentalmente necesitan un cambio cultural integral para poder cambiar esto. No alcanza con Durán Barba. Si bien valoramos que se castigue a quienes se encuentre culpables, el aumento de penas no es un bien en sí mismo, ni la cárcel efectiva la única sanción posible, pero es necesario contar con un sistema penal proporcional y justo que no equipare la coima de un funcionario o de un empresario con robar por necesidad.

También que no contemple que el arrepentido tenga beneficios por sobre el resto de la sociedad, ya que no deja de ser su actitud en detrimento de nuestro país. Lo que realmente considero, y creo que en cierto punto deberíamos hacerlo todos, es que toda la plata de la corrupción genera, a lo largo del tiempo, muertes. Son puentes que no se levantaron, rutas que no se hicieron, son hospitales que no tienen insumos, son equipamientos que no se poseen, son jubilados que no cobran como corresponde, y así podemos mencionar tantas otras necesidades insatisfechas por parte de quienes tienen que tomar las decisiones. Es fundamental que haya un régimen penal empresario que castigue a las empresas, que tanto se victimizan, que además obligue a devolver la plata que robaron, que les obligue a entregar las concesiones que hayan tenido pero que, además, mande preso al empresario que pagó la multa junto con los funcionarios que la pidieron.

Recordemos que menos de un tercio de las causas por corrupción que llegan a juicio termina con condena. Y, de esa minoría, gran parte corresponde a condenas “en suspenso” o con penas menores a la cárcel. Es decir que no sólo hay pocas condenas sino que muchas quedan en suspenso. Si queremos un país con desarrollo, con justicia social, con equidad para todas las clases, no podemos tener estas estadísticas en la Justicia porque, mientras sean así, seguiremos condenados.