El arte del buen hablar es saber escuchar

Una de las particularidades que nos caracteriza a los seres humanos es nuestra capacidad de comunicarnos a través de las palabras.

Utilizamos el lenguaje para crear, expresar nuestras emociones, conflictos y aspiraciones. El lenguaje es una herramienta imprescindible para conquistar lo que deseamos. Oímos por naturaleza, aunque en este mundo tan caótico hemos perdido nuestra capacidad de escucha. El poder que tenía la palabra en otros tiempos, se ha perdido y nuestra sociedad está sedienta de recuperar ambos valores: el poder de la palabra que damos y la capacidad de escucharnos abiertamente, sin juicios ni prejuicios.

Los medios masivos de comunicación están atiborrados de noticias donde políticos, dirigentes, y personas de la sociedad en general se lapidan hablándose unos a otros con violencia, desprecio y enajenación. Como si fuéramos seres de distintos mundos que se encuentran por primera vez luchando por no se sabe qué.

Y así, en medio de este caos comunicacional, nuestros niños aprenden a hablar. Aprenden de lo que escuchan de los adultos que los rodean y de lo que oyen de la radio, TV e internet. Ven a sus padres maltratar o ser maltratados personalmente o a través de las redes y eso reproducen. Escuchan criticar a sus docentes y directivos abiertamente que de manera inconsciente van creciendo sin un registro de escucha, pregunta, respeto por el otro que piensa, siente y actúa diferente. Toda esta forma de comunicación hace que vayamos creando un cimiento en los más jovencitos, quienes tienen tan poco lenguaje para expresar sus emociones sanamente que pareciera que el paso más cercano es el golpe, la burla… la violencia se nos está volviendo carne.

En lo que respecta a los tratamientos fonoaudiológicos y otros tipos de terapias, muchas veces nos encontramos con padres que presentan tanta prisa por vivir, por producir y las exigencias en que sus niños encajen, aprendan, rindan, “hablen clarito y bien”, se adapten a los cambios de sucesos familiares y sociales… son tan grandes que la oportunidad de que los niños sean escuchados de verdad, se pierde.

¿Te has preguntado alguna vez por qué cada vez hay más casos de niños desconectados de la realidad, ausentes en su mirada, carentes de sonrisas?

¿Has pensado alguna vez por qué, cada vez más, a nuestros pequeños les cuesta integrase a la sociedad, presentan dificultades sensoriales tan variadas y extremas en muchos casos?

¿Has observado que el índice de suicidio en adolescentes ha aumentado considerablemente en los últimos años?

Entendernos, pareciera algo tan simple y sin embargo es el mayor desafío de la humanidad. Dentro del entrenamiento de coaching, una de las herramientas básicas e imprescindibles es escuchar activamente, lo cual significa parar toda acción que esté llevando a cabo, mirar fijamente al rostro a mi interlocutor, predisponer no solo el oído, sino el cuerpo entero. Cuando hablo con el otro, paro, para poder registrar lo que me dice no solo con las palabras, el cuerpo entero está hablando cuando hablamos. Recuperar esto es vital. No interrumpir con preguntas o comentarios, si la otra persona, adulta o niño, está expresando un sentimiento, y llora es porque eso necesita hacer, sacar la angustia afuera. De nada sirve decirle “no llores” cuando el cuerpo entero está explotando a través del llanto. Escuchar al otro es permitirle poner afuera eso que adentro quema. Si hablamos o interrumpimos estamos boicoteando la oportunidad de que el otro diga lo que realmente le pasa. No es necesario dar soluciones o respuestas, en muchos casos basta con escuchar, mirar a los ojos y abrazar.

A veces, los padres insisten que a sus hijos tienen que sacarles las cosas a tirabuzones. Respetar los tiempos en que el otro quiera o pueda abrirse al dialogo es un arte.

Detenerme y no interrumpir una conversación de otros, no entrar en un lugar donde otros dialogan o están tomando decisiones, dejar de decir cosas como “yo te entiendo porque a mí… bla… bla… bla”; expresar que estoy abierta al diálogo y cuando el otro quiera dialogar estoy dispuesta a escuchar; dejar de usar términos como “la gente dice”, ”se sabe”, “todo, nunca, siempre, nada” …son herramientas valiosas que te apoyarán a mejorar tu comunicación con los demás.

Y, por sobre todas las cosas, cada vez que la ira se apodere de ti busca la forma de canalizarla lo más sanamente posible para ti y sobre todo para los pequeños que puedan estar presentes observándote. Recuerda que asimilamos mucho más rápido lo que vemos a diario que lo que nos dicen que tenemos que hacer.

Cuando te digas a ti mismo que vas a hacer algo, te estás dando tu palabra y por ende cumple contigo. Si tienes el hábito de cumplirte lo que te dices, podrás dar tu palabra y cumplirla con los demás.

Deja de decir cosas que no vas a hacer, o no son verdad. Quitas poder a tu ser, pierdes el honor que tienes al cumplir tu palabra. Y si eres una persona que utiliza las llamadas “malas palabras”, ten en cuenta que así como estás dando a través del lenguaje vas a recibir por ley natural.

Finalizando, deseo que en estas fiestas tengamos la capacidad de auto-observarnos y desarrollar una capacidad de escucha activa a fin de hacer nuestra comunicación más efectiva y así regalar esto por donde quiera que vayamos.

¡Salud!