El sabor del desencuentro

Similitudes y diferencias entre dos espectáculos musicales de relieve, lo que estaba bien en uno no lo estuvo en otro. Impensadamente el Concejo autorizó lo que ya se había realizado.

Por estos días se llevó a cabo una segunda sesión extraordinaria en el Honorable Concejo Deliberante de Pinamar, una que tuvo sus resonancias debido a la ordenanza de centros culturales, su no insistencia y la decisión de la oposición de levantarse tras esto, dejando sin quórum al oficialismo para continuar tratando otros temas de interés, fundamentalmente para el Ejecutivo. Entre estos, una modificación de la Ordenanza 4944/17, la que autorizaba el desarrollo de un recital en el Polideportivo Municipal (auspiciado por una importante marca de cerveza).

La Ordenanza Municipal 4944/17, aprobada el 12 de enero, autorizaba a una empresa organizadora a realizar un evento denominado Festival Circus Music Pinamar, en el marco del cual se desarrollaron dos recitales, uno el 21 y otro el 28 de enero, que tuvieron algunas similitudes y otras diferencias considerables, por lo que los permisos y prohibiciones fueron distintos en cada caso.

En los dos recitales el Ejecutivo hizo hincapié en la “importancia trascendental por la magnitud internacional de lo programado, ya que se instalará en el calendario nacional de grandes eventos artísticos”, lo que “potenciará el desarrollo turístico de nuestra localidad, y fundamentalmente por la difusión del evento y su localización en nuestro partido, difusión que se realizará en medios gráficos, radiales, televisivos, digitales y redes sociales”. Además, planteaba “que la propuesta del evento incluye la promoción y generación de un espectáculo artístico y musical, de estética y contenido internacional con la participación de artistas y obras de todas las disciplinas”.

Para ambos, el HCD exigió “la obligatoriedad de contar con diferentes puntos de hidratación gratuita y puestos sanitarios según reglamentación vigente; así como la obligatoriedad inexorable de proveer todas las medidas de seguridad y sanitarias, y de contar con los seguros de responsabilidad civil y otros correspondientes durante el armado, el desarrollo de los eventos en el predio del Polideportivo Municipal y el desarmado de las instalaciones, que garanticen preservar al Municipio indemne bajo cualquier hecho u acontecimiento”.

Hasta allí las similitudes, en cuanto a las diferencias, al primer evento, dado que cobrarían entrada se le permitió el expendio de alcohol, y se le cobró el canon correspondiente. Mientras que en el caso del segundo, del 28 de enero, se autorizó a eximir del pago del canon correspondiente al art. 189, dado su carácter libre y gratuito; así como el Municipio colaboró proveyendo acompañamiento de fuerzas de seguridad y bomberos, considerando la inversión a realizar por los organizadores y la difusión que tendría el mismo en el orden nacional e internacional. Sin embargo, en este caso, el HCD prohibió el expendio de bebidas alcohólicas, a pesar de que el evento estaba auspiciado por una marca de cerveza.

Frente a esto último, y los rumores de que el recital prometido, a cargo de la banda Divididos, no se realizaría en Pinamar en caso de mantenerse esas condiciones, el Ejecutivo tenía dos opciones: vetar el artículo que prohibía el expendio de alcohol o, aprovechando la mayoría en el HCD, enviar un proyecto de modificación al Concejo, para que sean los ediles los que corrijan el “error” cometido y que sean ellos, además, los que paguen el costo político del cambio de opinión tan extremo en tan breve lapso de tiempo.

De esta manera, en la segunda sesión extraordinaria convocada, el día 27 de enero (un día antes del evento en cuestión) debía aprobarse la modificación planteada. Sin embargo, debido al conflicto suscitado alrededor de la insistencia de la ordenanza de centros culturales, y la falta de quórum subsiguiente, no pudo tratarse el expediente, por lo que el recital transcurrió, con expendio de alcohol, aunque de manera ilegal y sin ningún tipo de sanción para la empresa organizadora.

Según se dice, existió un decreto del Ejecutivo, ad referéndum, es decir, condicionado a una posterior autorización de parte del HCD; sin embargo (y aquí viene lo más raro de este culebrón), en la continuación de aquella fallida sesión, la que se dio el lunes siguiente por la mañana, se decidió aprobar la modificación de la ordenanza, a pesar de que la oposición insistió en que ya no tenía sentido porque el evento ya se había realizado, y porque, según decían los mismos ediles del oficialismo, existía un decreto, que en todo caso debía homologarse más adelante.

En concreto, una vez realizado el recital, se aprobó una modificación con la Ordenanza 4952/17, en la que su artículo 1º deroga el artículo que prohibía el expendio de alcohol, y en su 2º se permitía exclusivamente el día sábado 28 de enero de 2017 el expendio de bebidas alcohólicas en un recinto cerrado y controlado donde únicamente sería permitido el consumo a los mayores de edad. Mientras tanto, el recital ocurrió, la cerveza corrió (para mayores y menores) y el control no existió. Una vez más, las empresas mandan y, en Pinamar, el “vale todo” vuelve a ser bandera.