“Es necesario humanizar la atención a las víctimas”

La realidad indica que el sistema de atención primaria a las víctimas de violencia de género es incompetente. Desde la psicología social se mira hacia la educación emocional como herramienta para fortalecer a toda la sociedad.

Mientras las cifras de violencia de género hacia mujeres y niños no dan tregua en nuestro país, los especialistas en ciencias sociales buscan aportar sus conocimientos y espacios, para hacer frente al flagelo. La labor de las organizaciones no gubernamentales que están inmersas en la problemática es constante. En este caso, Mujeres por Pinamar brindará una charla gratuita, a cargo de dos profesionales de la psicología social que viajan desde Buenos Aires para compartir sus experiencias. Para Noelia de la Fuente no es la primera vez en Pinamar. Invitada por la misma ONG en otras oportunidades, ofreció talleres de fortalecimiento para las mujeres. Esta vez, la orientación es hacia los profesionales de las distintas áreas que deben atender y contener a las víctimas de violencia de género. De la Fuente es Chaqueña, vive desde hace veinte años en Buenos Aires, es psicóloga social especializada en mediación y resolución de conflictos. Es coordinadora operativa en una consultora de comunicación y marketing y creó un espacio llamado El Espejo, donde, junto a otra colega, aborda diferentes temáticas hacia los adultos a través de encuentros mensuales. Además, dicta talleres a la comunidad, para trabajar espacios de reflexión, donde la ronda grupal es inspiración para abordar la complejidad de la conducta humana.

–Desde su experiencia y trabajo por el fortalecimiento de las mujeres, ¿considera que el factor económico es el principal problema de dependencia a los círculos de violencia?
–El factor económico es solo una pata de la mesa. Las mujeres víctima de violencia de género se encuentran aisladas; el violento se ocupa durante años de que así sea. Establece una soberana manipulación, que incluye lo emocional (violencia verbal, además de la física), lo social (la aísla de todo entorno exterior: familia, amigos, trabajo, estudio, etc.) y, cuando finalmente logró todo lo anterior, la víctima se encuentra presa y totalmente fuera del sistema. El mayor problema es que no se trabaja sobre la prevención de noviazgos violentos y relaciones tóxicas, fundamentalmente en colegios secundarios. Es vital cambiar paradigmas sociales.

–¿Hay un denominador común en la sociedad?
–Falta total de educación emocional; actualmente ya estamos hablando de analfabetos emocionales. Se desconoce por completo cómo gestionar las emociones tóxicas o dañinas; se naturalizan...

–Por un lado, fortalecer a las mujeres y, por el otro, ¿qué hacemos con los hombres violentos, los padres que abandonan a sus hijos, el machismo?
–Los hombres están actualmente recalculando su propio GPS. Los mandatos familiares y de pareja están siendo atravesados por una profunda crisis social, están mutando hacia otros matices. En todos los espacios que transito (para seguir formándome en la conducta humana) y en aquellos que yo misma gestiono para dar talleres, siempre hay un 90% de asistencia femenina y tan solo un 10% de convocatoria masculina. Pareciera que trabajar-se como persona es condición sólo de las mujeres. Insisto: incluir la prevención de violencia en todos los ámbitos cotidianos debería ser prioridad en los colegios. Conectar a los hombres con sus emociones virtuosas y concientizar. Difícilmente un violento, que durante años golpeó a su mujer, a sus hijos y hasta abusó de ellos, sea una persona apta para vivir en sociedad. Estamos hablando de psicópatas o, lo que es peor, de psicóticos (no hay registro del mal provocado, o arrepentimiento alguno). Esos patrones de conducta no pueden revertirse; sería una tarea titánica. Es por ello que educar, educar y educar es uno de los caminos más saludables a implementar.

–¿Hay gente que aún no entiende que una mujer no desea ser “víctima” y le atribuye culpas personales revictimizándola, cuando asistimos a un flagelo social y cultural masivo?
–Vivimos en una cultura machista, que ha realizado grandes transformaciones en la última década... pero falta, falta muchísimo por transitar. La ignorancia, la falta de capacitaciones y entrenamientos a los profesionales que atienden a víctimas de violencia de género, la falta de material didáctico en la materia, el “no involucrarse” y tener empatía con quien atraviesa este flagelo serían, a mi entender, las cuestiones más importantes por las que hay que trabajar, para revertir esta problemática.

–¿Como ve al sistema de protección del Estado respecto a la implementación de políticas públicas en este sentido?
–Acá, en Buenos Aires, hay varias agrupaciones, ONG y fundaciones que bregan para asistir a la víctima y su familia en dicho contexto. Noto una visible diferencia en el interior del país: siempre falta de todo, nunca hay presupuesto. Pero, dado que el Estado siempre tiene otras prioridades, invito a mis colegas y a todo aquel profesional capacitado en conducta humana a generar proyectos propios, a involucrarse, a comprometerse, a dejar de quejarse, a dejar de esperar que suceda, y a empezar a poner nuestro granito de arena en la causa. Como dijo la Madre Teresa de Calcuta: “A veces sentimos que lo que hacemos es una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota”.

–En la charla que dará, junto al licenciado Marcelo Tolosa ¿remarcan que hay una falencia en el sistema de atención profesional hacia las víctimas?
–Marcelo no sólo es un amigo personal, con el cual ya hemos realizado proyectos juntos, sino que es un excelente profesional, colega también, además de enfermero, instrumentista quirúrgico y docente especializado en Cruz Roja. Juntos, notamos una ausencia total de humanización para la atención primaria de víctimas de violencia de género, desde la denuncia en una comisaría, pasando por un hospital y ni hablar la gestión legal. Se cosifica a una mujer violentada, se la ignora, se la naturaliza. El sistema se volvió obsoleto. Esta propuesta, que acercamos el 30 de junio en Pinamar, tiene como objetivo fundamental un cambio de paradigma total: “Personas que atienden y asisten a personas”. Intentaremos abordar una nueva forma de atención primaria, más allá del sistema. Estamos convencidos de que es posible generar una “cercanía óptima” con una mujer despojada en absoluto de sus derechos básicos y primarios. Comprometerse en contener, por sobre todo, emocionalmente, a esa víctima y su familia. Marcelo tiene una vasta experiencia hospitalaria que ha puesto en práctica, con resultados que han marcado una gran diferencia en los pacientes. La dinámica que estamos armando para este sábado abordará fundamentalmente trabajo de campo. El poder de accionar desde lo humano, conectarse con la empatía.

–¿Involucra a los profesionales de la salud y otros ámbitos?
–Involucramos al circuito completo: policías, fuerza pública, profesionales de la salud (enfermeros, médicos, psicólogos, personal jerárquico de centros de salud pública), abogados, fiscales y todos aquellos que conforman el círculo de atención primaria a víctimas de violencia de género. Trabajar en red es fundamental.

–¿“Humanizar” la atención primaria y la sociedad toda?
–Ambos conceptos van de la mano. Tratar a una víctima como a una par: si levantamos la mirada y prestamos un poco más de atención a nuestro círculo de vínculos, siempre habrá alguna mujer que esté atravesando violencia laboral, con un jefe abusivo, violencia familiar (que es la más divulgada), violencia en un noviazgo tóxico, violencia en trabajos donde se explota a mujeres. Siempre tenemos una amiga, una hermana, una vecina, una compañera de trabajo que nos está necesitando. No seamos tan soberbios, ni indiferentes de pensar: “Que se arregle”, “yo jamás lo permitiría”, “¿qué habrá hecho?”, y la lista sigue. Involucrate, comprometete, solidarizate. Podés ser el salvavidas en el medio del mar, de una mujer que está viviendo una verdadera tormenta. “Humanizate” es la consigna.

–El feminismo es el nuevo movimiento social comprometido. ¿A qué atribuye este despertar colectivo?
–A que nos cansamos de ser pasivas. A que la violencia del hombre superó todos los pronósticos. A que decidimos ponernos de pie. Los modelos mentales están en plena transformación social, y eso lo celebro.

–¿Cuál es su opinión respecto a la ley de despenalización y legalización del aborto?
–Escuché todas las voces y todas las campanas. Dejo abierto el abanico de posibilidades... Considero que el país no está preparado para la implementación de la ley; si estoy de acuerdo con la despenalización, tengo mis serias dudas de cómo se llevará adelante. Pero también soy consciente de que se hace camino al andar. Los abortos clandestinos son otro flagelo y eso no podemos negarlo. Espero y deseo que los profesionales especializados en la materia trabajen para la prevención con adolescentes de embarazos no deseados, que informen, que eduquen.