¡Estas mujeres!

-* ¡Eso le pasa por ser mujer, por tener la pollerita corta… provoca!

  • ¡Las hormonas aguantátelas vos!
  • Y vos… ¡callate! ¿No sabés nada y encima querés hacer siempre lo que vos querés?¡Estás loca, nena!
  • ¡Yo soy dueño de todo, yo trabajo y vos no hacés nada! ¡Te rascás el higo todo el día! Si no, andá vos a laburar y yo me quedo en casa con los chicos.
  • ¿Cuánto gastaste?¿Dónde fuiste? ¿Por qué tardaste tanto?
  • ¿Qué te pasó? Bueno, no será para tanto. Sos exagerada. Mejor callate, no sea que pierdas el laburo...
  • ¿Cuánto ganás? Bueno, ¿y qué pretendés?
  • ¿La tocaron a tu nena?¿Olvidate! Ni pierdas tiempo en denunciar…
  • ¡Mirá cómo maneja! ¡Seguro que es mujer!
  • ¡Nena, no seas marimacho! Y vos, nene, dejá de lloriquear como una nenita.
  • ¿Le dieron tu laburo a un hombre? ¡Y, sí! Ustedes empiezan a llenarse el bombo y se toman vacaciones.
  • ¿Quedó embarazada? ¡Que se joda por abrir las piernas!
  • Y tienen hijos para cobrar las asignaciones!!
  • ¿El tipo se borró? Y, bueeeno, no será el primero ni el último.
  • ¿La mató? Pero… ¿qué hacia una chica de 17 sola a las 5 de la mañana? En algo raro andaba.
  • ¿El Día de la Mujer? ¿Y para cuándo el día del hombre? ¡Cómo rompen con eso! ¡Estas feministas son todas unas… y les hace falta una buena…!

Alguna de estas frases, seguro nos resuena. Y la lista podría seguir. El 8M existe como fecha alusiva porque seguimos necesitando reivindicar nuestros derechos. No es una fecha caprichosa, es una fecha justa y necesaria porque después de más de cien años, no sólo estamos conmemorando la lucha de las mujeres europeas organizadas en movimientos sufragistas y por acceso a la educación, las rusas en Petrogrado, gen de la Revolución Rusa de 1917, las obreras textiles de New York y las marchas para exigir los derechos laborales, sino que seguimos gritando por vida, justicia, libertad e igualdad. En pleno siglo 21, mientras asistimos y somos protagonistas de la Gran Era de la Revolución Tecnológica, donde logramos crear una red amplia, democrática y horizontal, que nos mantiene interconectados mundialmente, como es Internet; mientras esto sucede, no fuimos capaces de crear una sociedad libre, pacífica y equitativa. Como género, las mujeres nos vemos aún afectadas en nuestra vida social, pública y privada, por nuestra condición sexual. No es justo. No es natural. Lo natural es que todos somos seres humanos, distintos biológicamente, pero con los mismos derechos y obligaciones. La desigualdad de género a nivel mundial presenta diferentes matices, pero en todos lados es injusticia. Las mujeres de Arabia Saudita han conseguido hace dos meses la libertad para conducir autos y asistir a partidos de fútbol, pero ¡ojo! ¡Acompañadas por un hombre! ¡Vaya libertad! Las Mujeres de África luchan por anular la ablación femenina, práctica aberrante, y lo han conseguido en algunos países pero no en todos, sin dejar de mencionar que las prácticas culturales no dejan de ejercerse al mismo tiempo que lo impone la ley. En Latinoamérica tenemos otras batallas: según el Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), dependiente de la ONU, ¡perdemos doce mujeres por día víctimas de femicidios! La trata de personas y las causas por abuso sexual y violaciones crecen en nuestra región. Con estadísticas alarmantes sabemos que las organizaciones están alertando sobre esto, no como hechos nuevos sino debido al incremento de las denuncias que ahora sí tienen lugar, producto de tanta difusión y visibilidad de estos temas. El 90% de los abusos justamente es hacia niñas y adolescentes del círculo de confianza. Esto ya sucedía. Lo que cambió hoy es que las víctimas están perdiendo el miedo a hablar y denunciar. Ema Puig, asesora de género para la ONG Global Plan International de América Latina, expresó: “Alertamos sobre las menores violadas, embarazadas y obligadas a seguir adelante con ese embarazo, a tener un parto que las pone en riesgo y luego la sociedad no se ocupa de ellas ni de sus niños. También casos de violaciones colectivas, como en Brasil, [pero] esto ocurre en todos los países, y está vinculado a la fuerte impunidad que hay ya que, muchas de las veces, los violadores no son juzgados”.

Motivo que nos lleva a otro de los reclamos vigentes y que comienza a debatirse, el aborto legal, seguro y gratuito o si quieren lo decimos así: “Yo decido la interrupción voluntaria de mi embarazo”. Debate amplio y justo para una sociedad madura. ¿Lo somos? Si cruzamos este debate con posturas religiosas y el tan promulgado “derecho a la vida”, les pregunto: ¿y quién defiende la vida de tantas mujeres muertas? ¿Y la de los millones de niños que crecen en la pobreza y la marginalidad, mayoría de ellos producto de madres en el mismo estado? ¿Y dónde están los supuestos “padres” que abandonan? ¿Nadie los juzga? ¿Y qué solución concreta encontramos a esta maraña? Sigamos preguntando, si abortar un embarazo es matar… ¿qué sería congelar un embrión? ¿Jugar a Dios y decidir cuándo darle vida? Y los médicos que practican clandestinamente los más de medio millón de abortos anuales, en Argentina ¿serían los “autores materiales de asesinato”?

Es que esto es un tema de salud pública. No de religión. Está demostrado que en los países donde el aborto es legal la cifra de abortos que se hacen no es mayor que la de los países donde es ilegal, es decir, no aumentan por ser legales. La gran diferencia es que en esos países se ha reducido drásticamente la mortalidad materna. El 60% de los países del mundo, donde encontramos los más desarrollados, despenalizaron el aborto, con los mismos resultados a favor. Pero en este debate cabe otra pregunta: ¿quién puede pensar que abortar es una decisión tan simple, para una mujer, como ir a comprar pan? ¡La legalización no te obliga a abortar, los abortos ya existen! La legalización es igualdad de oportunidad para las mujeres que no pueden pagarlo. La decisión sigue siendo personal. Y lo más interesante es que estamos hablando de derecho en salud reproductiva, ¿o vamos a seguir viviendo como hombres de las cavernas? Total, el cuerpo lo ponemos las mujeres, y el esfuerzo de la crianza también.

Hoy, 8M de 2018…
Celebramos los avances obtenidos en materia de derechos, pero denunciamos que han sido a fuerza de lucha y represión. Aquellas obreras que manifestaron y fueron asesinadas en EE.UU. cambiaron la historia de las leyes laborales, pagando con sus vidas. El acceso a la educación y el derecho al sufragio, un ejercicio que hoy damos por sentado, son la victoria de miles de mujeres activistas, feministas, rebeldes y luchadoras que nos antecedieron en Europa primero. Hoy la vida la perdemos en el ámbito más privado que público. Y no sólo físicamente, también psicológicamente cuando nos violan, abusan, acosan, maltratan. Nos matan lentamente cuando lo hacen económicamente. Nuestra vida se ve precarizada y también la de nuestros hijos.

¡Hoy! denunciamos y reclamamos por vida, trabajo equitativo y libertad para decidir.

Quiero mujeres libres, no cargadas de hijos, de hombres y Estado ausentes. La legalización del aborto es libertad para decidir cada una que hace con su cuerpo y vida. Y aporta concientización en educación sexual el hecho de que ya estemos hablando del tema. No quiero mujeres muertas ni niñas violadas. No quiero niños y niñas en pobreza, quiero y aporto lo mío para cambiar esta historia injusta por mis hijos y los de ustedes. Quiero trabajar y ganar dinero para una vida digna, como nos merecemos todos, sin importar si somos mujeres u hombres. No quiero criar sola a mis hijos y vivir sobrecargada. Quiero padres comprometidos al igual que las madres en las responsabilidades de crianza y cotidianas. ¡Quiero licencias por mater-paternidad iguales! Para que la maternidad deje de ser una amenaza laboral. Quiero que no me juzguen por mi apariencia física ni ofendan mi integridad como persona. Quiero políticos que dejen de dar lindos discursos y den el ejemplo. Quiero paz en el mundo. Quiero que todos entiendan mi feminismo, no odio a los hombres, la cosa es contra el machismo. Los hombres son hermosos… cuando lo son con nosotras. Y para construir lo hacemos juntos.

El feminismo que surge masivamente nos está diciendo que ya es hora. El feminismo es conciencia colectiva, de justicia y paz. Que rompe con los patrones de pensamiento y conducta aprendidos, por ello es crítico y criticado, pero no inválido. Es abrir la mente a lo nuevo para que esas frases machistas no resuenen más que como parte de una historia pasada.

FOTO: Multitud frente al Congreso de la Nación por el 8M. (Federico López Claro/ para La Voz)