Hasta aprobar la materia…

Vale una aclaración. Hablar de feminismo es hablar de cultura. La cultura de una sociedad son esos símbolos que nos atraviesan y representan en todos los ámbitos de la vida.

Y nos representan en el arte y sus diversas manifestaciones. Nos representan en los medios de comunicación, en las instituciones, en la manera de vestirnos, mostrarnos, hablar y comportarnos. Porque muestran lo que somos, lo que decimos y expresamos como sociedad, como seres sociales. La cultura que manifestamos habla de quienes somos. Por eso, si hablamos de cultura machista y patriarcal, hablamos de símbolos que nos han gobernado por años y los vemos reflejados en todos los ámbitos y relaciones… los vemos, cada día con mayor claridad. Y no es “por suerte” que ahora los vemos, sino por visibilización, repetición y retransmisión del mensaje, una y otra vez. Pero, si hablamos de feminismo, nos cuesta un poco más comprender y suena lógico porque, aunque feministas hubo muchas a lo largo de la historia de la humanidad, fueron generalmente catalogadas y tituladas por luchas más bien específicas de ciertos contextos históricos (derechos laborales, derechos sufragistas, etc.). A esto debemos sumarle la connotación peyorativa que sufrió el término “feminista” durante tantísimo tiempo, “la mala fama”, connotación que parece difícil de soslayar aún hoy cuando asistimos a alguna manifestación minorista de desborde fundamentalista que, por cierto, muchas feministas no apoyamos ni consideramos acorde. El feminismo es una nueva cultura y está naciendo como tal, gracias a la expansión de una nueva concientización social que ya no tiene vuelta atrás, es un camino de ida. Porque cuando realmente comprendemos que es la cultura de la equidad, del equilibrio, de las minorías que se expresan, entendidas no por cantidad sino por su carácter de vulnerables o discriminadas; podemos llegar a sentir el profundo espíritu humanista y de paz que promueve este modo de pensar y vivir. Vale la aclaración para reforzar la necesidad imperante que veo de educarnos en estos valores, para actuar en consecuencia. De nada sirve que yo me declare feminista una y otra vez, que escriba miles de columnas y repita mi mensaje a viva voz, si vuelvo a casa cada día y no practico con mis hijos lo que pregono. Si mi hija mujer ayuda con las tareas domésticas y a mis hijos varones los excuso al no realizarlas, sigo reproduciendo viejos patrones y soy incoherente entre mis dichos y mis hechos. Vale repetir… el feminismo se vive. Y hablar de feminismo no es hablar sólo de femicidios. Ellos son la cara monstruosa, la peor cara que mostramos de nuestra realidad. Pero podemos evitarlos si empezamos a cursar esta materia en profundidad. Feminismo es cultura y sociedad. Derechos humanos. Igualitarismo. Comunidad. Materias que pareciera… recién empezamos a cursar en la era de la tecnología y la modernidad. Ojalá no repitamos tanto, ojalá aprendamos con la velocidad que hoy aporta la tecnología, ojalá esta era tecnológica redunde en beneficios humanitarios, ojalá nos transformemos pronto en los mejores alumnos en aprobar ésta y todas las materias en derechos humanos, porque la vida nos enseña que cuando no aprendemos, la lección se repite. Tenemos la capacidad de incorporar el conocimiento y modificar la conducta. ¿Usamos ese potencial cada día?...