Vacaciones, una oportunidad de encuentro para la familia

Ser padres es un constante aprendizaje que puede resultar divertido y, a la vez, abrumador. Rutinas, límites, tecnología, orden; temas que nos acompañan en las vacaciones y sobre los que reflexionamos junto a la psicóloga Maritchu Seitún.

Maritchu Seitún es psicóloga y psicoterapeuta, columnista de La Nación; brinda charlas en colegios y empresas. Especializada en terapia para niños y adolescentes, decidió dejar ese ámbito para las profesionales más jóvenes y brindar su experiencia para orientar a los padres en la crianza. Autora de Latentes (crianza entre los 4 y 11 años), Capacitación emocional para la familia, Criar hijos confiados, motivados y seguros, entre otros libros. Pinamar la convocó en varias oportunidades y este verano para charlar sobre “Las vacaciones, una oportunidad de encuentro” en el Parador Terrazas del Alba, con el auspicio de McDonalds. Aprovechamos para hablar sobre diversos temas que no se toman vacaciones de las vacaciones.

–¿Cuál es el trabajo más recurrente con los padres?
–Los límites. Históricamente era el padre el que ponía los límites, y hoy parece ir al revés; pone más límites la madre. Pero en general no los pone ninguno de los dos. Los chicos son “príncipes” que no agradecen ni valoran nada. Es un lío porque los padres quieren ser buenos pero terminan poniéndose horriblemente malos porque llega un momento en que se te acaba el tiempo de decir que sí, la plata y ¡ahí te transformás en un monstruo!

–¿Por qué nos pasa esto?
–Creo que hoy se combina un movimiento que en los EE.UU. ocurrió mucho antes que acá, que fue pasar del autoritarismo (pre Segunda Guerra) a un momento permisivo de la posguerra. Nosotros estamos con atraso de ese momento, que fueron los años 50 y 60 allá; estamos siendo “buenísimos” y quedó demostrado que no servía. Fueron los hippies de los años 70, que tocaban la guitarra y hacían flores de papel, parecía que iban a ser personas fabulosas pero fueron frágiles.

–¿Además, queremos evitarles el sufrimiento a nuestros hijos…?
–Absolutamente. Y esto va de la mano con la sociedad de consumo, que nos dice que gastemos. Entonces, nuestros chicos no tienen que sufrir y cada cosa a la que decís que “sí” es consumo, plata, y nos estamos dejando llevar por las mega-corporaciones que nos convencen de esto.

–¿Que hacemos, entonces?
–Debemos encontrar un término medio, que incluye la firmeza del autoritario y algo del permisivo, que es la comprensión. Porque el autoritario cien por ciento no comprende nada, no escucha, y el permisivo escucha y comprende tanto que no puede decir que no. El planteo de mi libro Criar hijos confiados, motivados y seguros se basa en esto.

–¿A veces desdibujamos el terreno entre dejarlos ser, guiarlos y ponerles el límite?
–Hay tres ítems en los que no hay negociación: salud, seguridad y ética. La vacuna se la tienen que poner, el remedio lo tienen que tomar, la calle no la pueden cruzar solos si no saben. En ética entran los valores, no mentir, no robar. Fuera de eso, los hijos pueden elegir pero hay situaciones en las que no. Por ejemplo, la ropa que se ponen la eligen, pero si vamos al cumple 70 de la abuela, deben adecuarse; no vas en traje de baño a misa. Hoy los padres negocian, sobornan y hacen cualquier cosa para que el nene tome el remedio, en vez de decirle: “Lo tomás porque te hace bien y yo lo digo”.

–¿Y el tema de los límites con la tecnología, la niñera de hoy?
–Es un temazo porque la primera confusión la tenemos los adultos; los que usamos mal y estamos enamorados de la tecnología somos nosotros. Los chicos nos ven y hacen lo mismo. No le podés pedir a tu hijo que no traiga el teléfono a la mesa si vos lo hacés. No le podés decir que no esté todo el día en la compu si vos lo hacés. Nosotros tenemos que regularnos para enseñarles. Hay que ponerles tiempos. A la tarde, o una hora a la mañana y otra a la tardecita, de acuerdo a cada organización familiar.

–¿Cuál es la edad adecuada para que tengan redes sociales?
–Antes de los 12 años no es bueno. Y si eventualmente deciden que sea antes de esta edad, tienen que supervisar mucho, no solo por su seguridad sino también porque hacen cosas que pueden ser muy dañinas para otros niños; todavía no tienen los valores morales suficientes para saber. Un chico le pone a otro en las redes: “Me das asco, no quiero ser tu amigo”, pero no le ve la cara al otro, porque, si se lo dijera de frente, seguro, el otro se pondría a llorar y esto regularía al que lo dijo. Yo creo que hasta los 14 hay que supervisar lo que escriben, leen, etc. Sé que esta no es la realidad, incluso hay chicos de 9 años que ya tienen. Los padres separados suelen caer en esto de regalarles el celular a los hijos para comunicarse directamente.

–¿Y qué pasa en las vacaciones con todos estos temas?
–Toda la familia espera ansiosa la llegada de las vacaciones, el “basta de horarios, tareas y obligaciones”. Pero cuando ya estamos ahí nos damos cuenta de que siguen vigentes algunas cuestiones del resto del año, que no estamos acostumbrados a estar todo el día juntos y puede ser difícil. Que la libertad de los hijos termina donde empieza la de sus padres, que lo padres no tenemos energía inagotable, que también nosotros tenemos derecho a la diversión y esparcimiento. Debemos tenerlo claro los adultos para hacer que nos ayuden, que empecemos a decir que no antes de quedarnos sin energía ante sus constantes demandas, de modo de conservar el buen humor hasta la última hora de la noche y seguir teniendo ganas de estar todos juntos, en lugar de querer tomarnos vacaciones de las vacaciones ¡y sin hijos!

–¿Rutinas también en vacaciones?
–Convirtamos las rutinas en rituales, para disfrutar de hacer cosas juntos, como cocinar, por ejemplo, o jugar a los dados después de ordenar la mesa, ir a tomar un helado caminando a la noche. Estos rituales son los que nuestros hijos van a recordar y repetir luego. Hagamos convenios, armemos un equipo, no los usemos de mano de obra barata pero tampoco seamos esclavos de ellos. Que sean responsables y hagan cosas de acuerdo a su edad y posibilidades personales: preparar la mesa, bajar las compras del auto, llevar una sombrilla a la playa, etc. Las vacaciones son una excelente oportunidad para ir organizando rutinas de orden y organización, que les serán útiles durante el año escolar, y es más divertido hacerlo con juguetes, cartas, libros y trajes de baño –de los que se apropian con facilidad– que con útiles escolares, uniformes o tareas. Tenemos tiempo disponible como padres para hacer el seguimiento de esos pedidos hasta que se instalen como hábitos, ya que, en el apuro del año escolar, muchas veces nos es más sencillo ordenar nosotros que ocuparnos de que ellos lo hagan. También haremos convenios para los horarios de salidas, las invitaciones de amigos, el uso de la tecnología, de acuerdo a la edad y maduración de cada hijo. Todos tenemos que disfrutar en familia pero también los adultos solos. Y con los hijos es una gran oportunidad para aprovechar a jugar, darles atención y conectar con ellos a través de nuestro propio niño interior.