“La comunidad ya no cree en milagros”

Es lo que piensa Matías Melia cuando encara una campaña diferente sin promesas de lotes ni casas pero con el compromiso de trabajar a pleno para que la ciudad recupere el terreno perdido, el posicionamiento que tuvo siempre.

Pasó apenas un mes desde que en los medios locales se empezó a reparar en el crecimiento de Matías Melia y de sus posibilidades electorales, de cara a las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 11 de agosto.

Esta lectura surge de varias características que le han permitido diferenciarse de sus eventuales adversarios políticos. Si bien esto es así, no es fácil determinar con certeza los misteriosos mecanismos de razonamiento del votante. No se trata de cautivar a un sector de consumidores para venderles un champú para la caspa ni una póliza de una aseguradora que pugna por hacerse conocida.

En este caso hablamos de las implicancias de una elección en la vida diaria de los ciudadanos donde la relación causa/efecto se ha hecho más sensible y evidente con la actual gestión.

Melia no vive de la política. Llega a esta instancia avalado por el hecho de no precisar de un sueldo municipal para vivir y por tratarse de un apellido de neta tradición pinamarense. Llega como precandidato a intendente por propia gravitación y luego de sortear las vallas que se interpusieron en su camino y que lo apartaron de la elección anterior.

–¿Cómo se produjo tu ingreso a la mesa de unidad?
–Esencialmente entendí que había dos prioridades. Por un lado, mejorar Pinamar, cada una de sus localidades, colaborar con sus instituciones y volver a posicionarla en el nivel que siempre tuvo, el que la hizo diferente, esa posición que nos llenaba de orgullo cuando nos preguntaban de qué lugar éramos. El segundo motivo es que mis convicciones siempre fueron justicialistas y eso, como el amor por una camiseta, en este caso mi querido Camarones, no se pierde. Así que, con respeto por las trayectorias, me di a conocer, principalmente ante quienes pensaron que tenían el título de propiedad del partido. Era el momento de brindar mi apoyo y así lo hice, pero siempre apostando al futuro y desde la acción.

–¿Qué valor le adjudicás a la imagen en la sumatoria de cualidades para ser el candidato ideal?
–Desde siempre estoy convencido de que no hay que disfrazarse de candidato para participar de una elección. Sólo con ver los carteles de la Ruta 2, con la cara de algunos candidatos, no hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que la construcción de una sonrisa forzada o una toma donde el candidato está irreconocible no suman. La gente está cansada del engaño permanente y ni eso tolera, por eso nos mostramos tal cual somos.

–¿Cómo definirías tu lista?
–Es una pregunta fácil de responder y tiene que ver, en algo, con la anterior. Quienes me acompañan son personas creíbles, conocidas y de una trayectoria intachable. Sólo basta ver en las redes sociales cómo, a poco de conocerse la totalidad de los que la conformamos, empezamos a recibir el estímulo, tanto de compañeros como de otros partidos. La comunidad ya no cree en milagros ni en superhéroes; sí, en la gente común, en sus pares.

–¿No es una visión un tanto negativa?
–No. Para nada. La gente se ha vuelto realista, lo cual es sinónimo de madurez; un rasgo que a nivel colectivo es doblemente valioso. Nosotros, desde nuestra primera reunión con los vecinos, no hemos prometido ni lotes ni casas, ni grandes obras. La falta de escrúpulos ha dado lugar a que se jugara con la ilusión de la gente en las últimas elecciones y claramente la gran mayoría de cosas no se cumplió. Lo que sí prometemos es poner todo nuestro esfuerzo en lograr una ciudad más feliz, más integral, donde realmente la gente de todos los sectores se sienta representada.