Por Fernanda Grimaldi
Todos sabemos que la vida es una serie de elecciones. Y a veces, nuestras decisiones nos llevan por caminos inesperados, llenos de desafíos y momentos que nos hacen cuestionar si hemos tomado la dirección correcta. A mí me ha pasado más de una vez. En esos momentos sentí que no había vuelta atrás y me dejé llevar por la duda, por la desconfianza en mis elecciones. Y en esos momentos encontrar el sentido a mis decisiones fue vital para seguir adelante con propósito y esperanza.
Este aprendizaje ha sido uno de los más difíciles porque implicó asumir y aceptar que cada elección, ya sea grande o pequeña, me moldeó y me trajo a este presente y a quien soy hoy. Cada experiencia, incluso las más difíciles, fue indispensable e imprescindible en mi evolución y crecimiento personal. Y de esto quiero hablarles hoy, porque sé que a veces los momentos más oscuros son los que nos enseñan las lecciones más valiosas. La resiliencia, la compasión y la fortaleza son cualidades que emergen cuando enfrentamos y superamos las adversidades.
Y esto requiere además aceptar que la perfección no existe y que errar es humano. Porque todas las decisiones tomadas en el pasado las hemos hecho con el conocimiento y las circunstancias de ese momento. Por eso juzgarse a uno mismo con la perspectiva actual casi siempre es injusto. ¿Y si en lugar de centrarnos en lo que podría haber sido, nos enfocarnos en lo que es y en lo que puede ser? Yo creo que definitivamente esa es una excelente decisión. Si Viktor Frankl, encontró sentido y propósito incluso en un campo de concentración nazi, eso solo nos reafirma que es posible encontrar luz hasta en la oscuridad.
Por eso cuando ya no podemos cambiar una situación, el desafío es cambiarnos a nosotros mismos. Cada día es una nueva oportunidad para redirigir nuestro camino y tomar decisiones que reflejen nuestros valores y deseos presentes. Y no es un cliché. Es la manera también de buscar el sentido en nuestras elecciones diarias, algo que veces cuesta bastante también, no? En mi caso descubrí que ese propósito que tanto buscaba, estaba ahí y es tan simple como hacer algo que me apasiona, ayudar a quienes quiero y trabajar hacia una meta que me inspire. Cuando nuestras acciones están alineadas con nuestros valores más profundos, encontramos una mayor satisfacción y sentido en nuestra vida.
Abrazar la incertidumbre y el cambio es fundamental. La vida es dinámica y nuestras elecciones no están grabadas en piedra así que no nos dejemos arrastrar por pensamientos que solo nos trampean. Podemos adaptarnos, aprender y crecer con cada giro inesperado. Adoptar una mentalidad de apertura y flexibilidad, nos permite explorar nuevas posibilidades y encontrar caminos alternativos que pueden llevarnos a destinos aún más enriquecedores.
Encontrar sentido en nuestras elecciones pasadas, incluso cuando sentimos que no hay vuelta atrás, es un acto de valentía y autocompasión. Es aprender de nuestras decisiones, buscar propósito en el presente y mantener la esperanza para el futuro lo que nos permite seguir adelante con confianza y sobre todo, serenidad.
La vida es un viaje continuo, y cada elección es un paso que nos acerca a nuestra mejor versión. Y no hay nada más delicioso que saborear cada momento, no? Ácidos, amargos, picantes o dulces, solo se trata de probarlos y elegir el que más nos gusta.