Soñando Pinamar con el alma de un pionero

No hace mucho tiempo Juan Carlos Estanga fue reconocido como pionero, hacedor de este Pinamar. Durante el momento de la distinción, su padre, Perico, volvió a la mente de muchos memoriosos, mientras en un costado Gregorio observaba la escena, visiblemente emocionado.

Hoy la vida ha determinado que Gregorio Estanga sea candidato a intendente; para ello ha debido sortear una serie de escollos, que su genética de pinamarense minimizó y ayudó a superar.

–¿Cuántas generaciones del apellido Estanga en Pinamar?
–Perico le decían a mi abuelo, Pedro Miguel Estanga, cuando vino a Pinamar, nuestro pueblo era el lugar de las vacaciones de nuestros obreros del campo de General Madariaga. Absolutamente todo estaba por soñar y hacerse realidad. Con su compañera, Luisa María Sparpaglione, fue haciendo pueblo y familia al mismo tiempo. Ése es el verdadero sentido y visión del pionero, construirse a sí mismo y los suyos acompañando a la tierra que siembran y cosechan, al pueblo que construyen. Y así también mi padre, Juan Carlos, y mi madre, Celina de los Dolores Galván, continuaron con ese sueño y lo gestaron en cada acto de sus vidas.

–¿Sentís que hay un sentimiento que se transfiere?
–Yo estoy hecho de ese espíritu; allí están mis raíces que me unen eternamente a esta tierra, a esta ciudad. Pinamar es la ciudad de Kalei y Mateo, mis hijos, de Amanda, la hija de mi compañera y mi hija desde su primer abrazo. Esa unión me lleva a poder recorrer nuestro pueblo con los ojos cerrados o abiertos, bucear en sus dolores y felicidades para formar el espíritu que me une a Perico, las mismas ganas de transformar esta tierra en un lugar integrador, desde la mirada de un pionero.

–¿Cómo te forjaste, cómo se construye esa identidad pinamarense?
–Desde el Jardín 901, la Primaria 5 Antártida Argentina, un año en la Técnica y finalizando en la querida Corbeta Uruguay; en ese camino fui construyendo ideales que me enraizaron con la comunidad. La experiencia de vivir en otros países y sociedades absolutamente distintas (desde Salvador de Bahía Brasil hasta Nueva York, California o Maui) completó una mirada formada desde el ADN de mi pueblo.

–¿Cómo se entiende el sentido de pertenencia en una persona joven?
–Hace mucho tiempo que elegí el camino de mis antepasados, desde una visión política que entiende la tierra donde uno vive como un lugar para todos los que quieran habitar y trabajar en ella. En iguales condiciones y deberes, con los mismos derechos. A pesar de algunos sinsabores y dificultades, cuando el pueblo me eligió como concejal intenté ejercerlo con aquel espíritu de conocer mirando a los ojos la problemática de la gente de nuestra ciudad. Durante estos últimos cuatro años de decadencia sostuve mis convicciones, vivenciando de primera mano que un gobierno opuesto a la visión de mi espacio, a nuestro ideario, es capaz de este desastre.

–¿No obstante ello, qué te hizo persistir en la actividad política?
–La firmeza en el respeto a lo que el pueblo decidió me hizo continuar en la militancia sin negar mi origen; jamás tuve que ocultar una foto con mis referentes políticos ni mi formación de ciudadano de Pinamar. Hoy estoy acá, conviviendo en la calle con el tremendo estado de las cosas que han generado las políticas de estos tiempos; la coyuntura me lleva a representar a ese pueblo dolido y que eligió a un nieto de esta ciudad para transformarla y conducirla definitivamente hacia aquel sueño de Perico y sus amigos, los pioneros de esta tierra hermosa y maltratada.

–¿Eso basta para movilizarte en generar un cambio?
–Desde mi origen vengo a cambiar esto. Es un homenaje a lo que soñaron quienes nos antecedieron y a lo que seguimos soñando.