Pareciera este interrogante una suerte de creencia de que todos “los males” que nos aquejan son el resultado de nuestro maldito ADN. Esto no es así. Los países no “se joden” por sí mismos, sino que a veces, y esta es una cuestión cultural, algunos tienen habitantes bastante jodidos. Podemos aceptar este enunciado o negarlo, sin embargo, la peor de las mentiras agazapadas se pone en evidencia cuando los que la realizan ... se mienten a sí mismo.
Dicho esto, cabe mencionar una falsa analogía que tiene que ver con la verdad histórica, o con la renovada mentira. No hay relación más absurda que comparar Puerta de hierro (España) con el barrio de Monserrat (Argentina). En esta supuesta relación épica han pasado cincuenta y tres años, en la que el fundador del Partido Justicialista vivía su exilio forzoso como consecuencia de un golpe de estado (“Revolución Libertadora”) con dieciocho años de proscripción hasta su regreso al país en 1972, dónde nuevamente, fue proscripto por razones de un caprichoso “DILEI” del General Lanusse con relación a la fecha de inscripción para ser candidato a las elecciones de 1973.
Retomando la “relación épica”, y perdón por recurrir a la metonimia, la expresidente en doble mandato y posteriormente vicepresidente, no ha sido víctima de un destierro, sino que ha perdido su libertad, como consecuencia de diecisiete años de proceso judicial, dónde intervinieron, 13 jueces, 4 fiscales en cuatro instancias procesales, con la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos que nada tiene que ver al menos, para los que reivindicamos la República, con una proscripción.
No tiene la pretensión esta columna de opinión, hacer un propio juicio de valor, respecto al resultado de esta sentencia, sino intentar alejar el fantasma ideologista, doctrinario y dogmático de que hay una Línea de continuidad histórica entre Perón y la expresidente.
En medio de esta mística confusión, los eventuales votantes de la indiscutible líder de esta pata del peronismo prosiguen aglutinados del otro lado de “las frías rejas de su prisión a cielo abierto” acusando al periodismo y a los “tres tipos” tal como lo mencionó recientemente una Diputada refiriéndose a los tres ministros de la Corte Suprema por la suerte de su dirigente, quien frente a su proscenio/balcón, un camarógrafo toma las imágenes de ella saludando a su militancia para el próximo streaming.
Debo mencionar, en términos de equidad judicial, recordar que hay procesos iniciados contra otros funcionarios y empresarios, cuyos expedientes están plácidamente dormidos a la espera de que no ocurra lo que oportunamente acaeció con el expresidente Carlos Menem.
La tercera sección electoral de la provincia de Buenos Aires, (con un volumen de electores para no subestimar) ha quedado acéfala de la candidata. Pero en modo alguno, ese poder político estará en una laguna. La expresidente, sabe aquello de seguir gobernando a control remoto.
Lo paradójico y curioso de esta sentencia anunciada, es que, dentro del mismo espacio, con decisiones de dudosa conducta, provocaron la aceleración de los hechos. El gobernador Axel Kicillof, “al adelantar” la fecha de las elecciones de medio término desencadenó que el ajedrez de la política comience su partida antes de lo esperado. La primera pieza, honrando el pasado peronista, fue la movida del peón en manos de la expresidente que, al postular su candidatura en el bastión electoral de fuste, creó a contramano, en todos los medios de comunicación, las especulaciones de “una estrategia de escape”.
La tríada suprema que venía desde mucho tiempo atrás, estudiando el expediente judicial para tutelar su debido proceso, quedó, frente a esta súbita coyuntura, entre la espada y el paredón, no quedando ya más margen de maniobra que expedirse. “los tres tipos” ... confirmaron la sentencia.
Voy a pegar un giro a esta patética introducción para referirme al rol del despreciable (tanto para Cristina como para Milei) periodismo argentino cuyas intervenciones editoriales, fueron, como jamás nunca se había visto: una literal barricada en papel, televisión, radios y redes sociales dónde los unos y los otros, en una torcida relación de fuerzas, al compás de abogados devenidos a panelistas con, agudamente desiguales niveles de opinión, interpretaron el derecho procesal y la Constitución argentina, algunos con sólidos fundamentos académicos, y otros con estupidez supina.
Ahora, no vayamos a creer que esta mirada de nuestro periodismo es diferente a la del resto del mundo. Es más, creo convencido que, un periodismo sin opinión y sin investigación no tiene razón de ser. La formación de estos profesionales en nuestros medios va, desde los que muestran sus canas a la vista, hasta una generación que viene asomando con destacado talento. Obviamente, “el amarillismo” también dará su opinión y estará en la gente aceptar mansamente la noticia que distrae pero que a veces vende, o ir en la búsqueda de otro vistazo. Sin oyentes ni lectores la “impunidad y la rosca” seguirá gozando de buena salud, y en rigor a la verdad, al menos tanto los notables como los mediocres, ponen la cara y no se visten de fariseos detrás de una proclama en el efímero “protagonismo” de una red social.
El legítimo mandato de la gente a este cuarto poder no necesita una fecha electoral para cambiar un Diario, o un Canal de televisión, o una Radio por otra. Si desde el poder del Estado, o desde la oposición, sistemáticamente los vapulean porque no opinan igual que ellos, lamento decir, que la argentina seguirá jodida.
