Lograr resultados extraordinarios en una organización es un trabajo arduo. Por ese motivo, para mantener viva la esperanza y la determinación de cada uno de los integrantes, los líderes deben reconocer las contribuciones que hace cada persona y celebrar los logros de modo que cada uno pueda sentirse un héroe.
En este sentido, agradecer es demostrar aprecio por el buen trabajo y el esfuerzo extra. Por eso un buen hábito para la conducción de un equipo es estar atento a las contribuciones para reconocerlas y promoverlas. Y por ello es muy importante aprovechar todas las oportunidades para realizar algún festejo (logro de objetivo, fin de un proyecto complejo, etc.). Los festejos renuevan los niveles de energía. Si tenés un equipo de colaboradores, ¿te preguntaste cuándo fue la última vez que hiciste con ellos un festejo?
Festejar los logros intermedios es una muy buena decisión. Conocer los avances hacia un objetivo permite festejar “logros intermedios” y estas acciones de reconocimiento, generadas por los mismos miembros, constituyen una fuente de energía muy poderosa.
Para ello es muy importante que el líder identifique tareas, hitos y fases de cada objetivo a alcanzar para poder familiarizarse con los logros intermedios. Estos hitos permiten dar claridad al progreso de un proyecto porque al dividirlo en tareas más pequeñas o acotadas es más sencillo evidenciar progresos. Y alcanzar ciertos hitos del plan de proyecto es un motivo de celebración por parte del equipo por el trabajo realizado y una buena manera de motivar al equipo.
La motivación es una fuerza interna, la “energía personal” que mueve a la acción. Y no es algo que puede ser generado desde afuera. Un jefe o una empresa pueden propiciar o dificultar la generación de cierta energía psicológica pero no pueden garantizarla. No hay nada externo que pueda promoverse y que automáticamente genere la motivación.
Lo que se puede es identificar algunos elementos que parecen ser de interés para las personas. Muchos fueron descriptos por el psicólogo humanista Abraham Maslow, que en la primera mitad del siglo XX habló en su obra de la teoría sobre la motivación humana. Maslow estableció una jerarquía de las necesidades que deben ir cubriéndose progresivamente. Tener necesidades básicas satisfechas, obtener una retribución que permita una vida digna a sí mismo y su familia es el primer paso. Sentirse bien con el trabajo que cada uno realiza y tener relaciones de afecto con el grupo y equipo es un punto muy importante. Acá se puede incluir el disfrute de la tarea en sí misma, la posibilidad de aprender, tener una sensación de logro al desempeñarse en tareas que a cada uno lo haga sentir capaz, tener buena contención y soporte para hacer frente a dificultades.
También impactan el poder participar en la toma de decisiones, buscar sentido a lo que se hace y que haya coherencia con los valores personales.
Para poder conocer que motiva a nuestros colaboradores, es clave “entrar en sintonía” con la otra persona. Por eso si liderás un equipo indagá que es lo que busca cada colaborador. Y una buena conversación es el primer paso. Siempre dedicar un buen tiempo a la comunicación, ser empático, atender las inquietudes y problemas personales, informar, dar feedback, orientar, ayudar es el mejor camino para generar un contexto laboral positivo.
No hay decisiones “inocentes”, neutras. Por eso al mantener reuniones individuales o grupales, con pocos o con todos, segmentar información o “bajarla” con claridad, al crear ámbitos de trabajo facilitadores u obstaculizadores de la interacción, al mantener una mayor o menor coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, al premiar o reconocer los logros con criterios explícitos y claros, al evaluar las tareas durante o después de la ejecución y al comprometerse con los resultados de los otros, el líder está diseñando las condiciones laborales.
Reconocer no es ser simplemente cortés. Es notar lo que se hizo y concederle importancia. Para el resto de la organización, el reconocimiento crea modelos de desempeño y transmite un mensaje. Por eso el reconocimiento debe otorgarse en público, de forma sincera y oportuna, debe ser creíble y equitativo y cobra más relevancia si intervienen los compañeros y no sólo los líderes. Debe asociarse al éxito y cuidarse la oportunidad en la que se lleva adelante para que no pierda su valor.
En definitiva, promover la autonomía y la autoestima implica promover la motivación que genera la propia confianza. Por eso cuando pienses en tu equipo de colaboradores, en tus compañeros de proyecto, tené presente el verdadero valor de un reconocimiento, de un agradecimiento y no lo ahorres, multiplícalo.
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(*) Fernanda Grimaldi. Lic. en Relaciones Públicas, magíster en comunicación. Coach y Directora de Lindo Comunicación.
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