Anunciando el Evangelio se hace historia

Enviado por el equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz.

Antes de subir al cielo 40 días después de la Resurrección, Jesús prometió a los apóstoles que un día volvería y que no quedarían solos, sino que el Espíritu Santo estaría para guiarlos y acompañarlos. 

Pero les encomendó que desde ese momento anunciaran el Evangelio a toda la Creación y bautizaran.

Fue el envío misionero que atravesó la historia misma de la humanidad y el domingo que viene se revive al conmemorarse la fiesta de la Ascensión del Señor. 

Las comunicaciones sociales, en las distintas formas que adoptaron con el transcurrir del tiempo, como ser las reuniones virtuales de formación, de oración y las misas que se han ido y se están celebrando, tuvieron un rol esencial en la transmisión de la Palabra por generaciones.

Y al llevarse a cabo actualmente la 54 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, la consigna papal del evento sintetiza su sentido moderno: “La vida se hace historia”. 

Francisco puso de relieve en la habitual presentación que “el hombre no es solamente el único ser que necesita vestirse para cubrir su vulnerabilidad, sino que también es el único ser que necesita ‘revestirse’ de historias para custodiar su propia vida”. 

Metaforiza que “no tejemos sólo ropas, sino también relatos: de hecho, la capacidad humana de ‘tejer’ implica tanto a los tejidos como a los textos”.

Y que “las historias de cada época tienen un ‘telar’ común: la estructura prevé ‘héroes’, también actuales, que para llevar a cabo un sueño se enfrentan a situaciones difíciles, luchan contra el mal empujados por una fuerza que les da valentía, la del amor”. 

Invita a sumergirnos en las historias, a fin de “encontrar motivaciones heroicas para enfrentar los retos de la vida”. 

Reflexiona el pontífice en su carta que “el hombre es un ser narrador porque es un ser en realización, que se descubre y se enriquece en las tramas de sus días. Pero, desde el principio, nuestro relato se ve amenazado: en la historia serpentea el mal”.

Advierte en tal sentido sobre las historias que “nos narcotizan, convenciéndonos de que necesitamos continuamente tener, poseer, consumir para ser felices”. 

Agrega que “casi no nos damos cuenta de cómo nos volvemos ávidos de chismes y de habladurías, de cuánta violencia y falsedad consumimos”. 

Explica el Papa que “a menudo, en los telares de la comunicación, en lugar de relatos constructivos, que son un aglutinante de los lazos sociales y del tejido cultural, se fabrican historias destructivas y provocadoras, que desgastan y rompen los hilos frágiles de la convivencia, recopilando información no contrastada, repitiendo discursos triviales y falsamente persuasivos, hostigando con proclamas de odio, no se teje la historia humana, sino que se despoja al hombre de la dignidad”.