Enviado por el equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz
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En este primer viernes de diciembre, el obispo Gabriel Mestre oficia en la iglesia de Pinamar, Nuestra Señora de La Paz, de 18.30 a 20.30, la misa, la adoración y la prédica del Retiro del Adviento.
Abre una oportunidad de preparar el corazón para el gran acontecimiento del nacimiento del Salvador y que renazca en todos la verdadera alegría: “Alégrense siempre en el Señor”.
El Adviento dio comienzo el 27 de noviembre y con él se inició el Año Litúrgico.
Dura cuatro domingos, incluido el de Nochebuena, y forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.
Su sentido consiste en disponer el corazón a fin de dejarnos sorprender por la creatividad del amor de Dios que se hace niño para renovar nuestra vida.
El Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ofrece una serie de recomendaciones para vivir adecuadamente el Adviento, tiempo de preparación para celebrar la Navidad:
- Meditar sobre la fe y humildad de María;
- Evitar caer en el consumismo;
- Que toda la familia monte el pesebre de Belén;
- Rezar la Novena de Navidad;
- Lecturas bíblicas;
- Rezar la Corona de Adviento.
Durante el Adviento se “celebra con frecuencia y de modo ejemplar a la Virgen María”, especialmente en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, que se celebra el 8 de diciembre.
Precisamente, en esa jornada, la parroquia inicia a las 19.30, como todos los años, la Marcha de la Esperanza.
La procesión abarca desde Bunge e Intermédanos hasta la Iglesia La Paz, donde se oficiará la misa y luego será servido un buffet a los participantes.
Los catequistas enseñaron a los niños de la catequesis a reflexionar sobre “la actitud de fe y de humildad con que María de Nazaret se adhirió, total e inmediatamente, al proyecto salvífico de Dios”.
La conexión con la liturgia es una oportunidad para llevar al terreno de la práctica cotidiana los sacramentos que la misión pastoral se esfuerza por transmitir a la comunidad.
El papa Francisco recordó, en su discurso ante la Comisión Teológica Internacional, la distinción entre los teólogos y los catequistas que había realizado San Ignacio de Loyola. Instó a los primeros a tener “fidelidad creativa a la Tradición”, a profundizar en la “inculturación del Evangelio” y a buscar la “colegialidad” para hacer teología “en forma sinodal”, y al catequista, “a impartir la doctrina correcta, la doctrina sólida; no las eventuales novedades –de las cuales algunas son buenas– sino lo que es sólido”, indicó el Papa.
“El catequista transmite la doctrina sólida”, resaltó, para terminar recomendándole: “Nunca dar catecismo a los niños y a la gente con doctrinas nuevas que no son seguras”.