“Crecí escondiendo una parte de mí”

Cuando Cata Sanguinetti, o en todo caso sus padres decidieron tratarla por su dificultad en el habla, en trabarse en el ejercicio de la palabra, poco se sabía de este problema. Sin embargo la joven ha superado ese escollo y luego de recibirse de psicóloga y tener dos hijas hace extensiva su ayuda a quienes padecen del síntoma.

La tartamudez o disfemia es un trastorno del habla que se evidencia por interrupciones involuntarias del decir y que viene acompañado de otros síntomas que interactúan provocando esta anomalía que interfiere en la comunicación de quien la padece.

Este 22 de octubre se conmemoró el Día Internacional de la toma de conciencia de la tartamudez, como parte de esta toma de conciencia hubo un zoom con la temática Hablemos de disfluencia /// Fluir juntos organizado por un grupo de ayuda mutua que funciona en Mar del Plata.

Cata Sanguinetti nos cuenta que el grupo está en Mar del plata y que está organizado por una fonoaudióloga y una psicóloga, ambas especializadas en este tipo de problemática. Ella misma reconoce que se pudo acercar al grupo gracias a la pandemia y a que ahora se puede realizar todo virtual ya que se le dificultaba viajar.

“Todos los 22 de octubre, ellos se suelen juntar para dar conciencia a la sociedad sobre la tartamudez y este año ese es uno de mis objetivos”, nos cuenta quien además de padecer disfenia es psicóloga y mamá de dos nenas.

“Desde que empecé a hablar, comencé a hacerlo trabándome, en ese momento no se conocía todo lo que se conoce hoy que se sabe que es importantísima la detección temprana ya que si un niño se trata desde muy chico se puede curar. En mi caso, yo fui chiquita hace muchos años y este tema no se conocía. Sí, me mandaron a psicóloga y a una fonoaudióloga pero como no estaban especializadas y cómo no se conocía demasiado el tema no se me pudo curar la sintomatología. Otra cosa que también tiene que ver con el desconocimiento, es que tanto en mi casa como en el colegio trataban de que no se hable sobre la tartamudez y yo fui creciendo, escondiendo, tapando una parte de mí. Eso fue muy torturador porque era tan evidente que yo tartamudeaba que se me hacía imposible, así que fui acumulando un montón de miedos, miedo a hablar por teléfono que es algo que hoy sí lo puedo hacer, miedo a hablar con gente desconocida”, explica.

Todo fue así hasta que Cata comenzó a cursar en la UBA, en la Facultad de Psicología. Los miedos se acrecentaron y decidió enfrentar su realidad y la de la vida misma.

“Ahí empezó un nuevo proceso, gracias a un acompañamiento psicológico y fono audiológico. Tenía 21 años, lo fui trabajando y cada vez los miedos son menores gracias a las herramientas que me proporcionó la fono audiología, que se denominan tratamientos de habla cómoda. Cuando uno llega a la adultez con disfluencia no se puede llegar a curar pero lo que sí puede hacer es usar esos procedimientos para poder hablar de una forma más cómoda”, concluye.

El testimonio y la acción son emocionantes por lo que significa manejarse en nuestra sociedad y abordar una carrera, con la supuesta desventaja que puede significar no hablar de manera fluida. Mica Sanguinetti nos deja un mensaje valioso lo que para los tiempos que corren no es poca cosa.