Daños reiterados en la cancha de golf

Además, la presencia de jóvenes que han tomado el predio como un espacio de camping impide el normal desarrollo de quienes practican este deporte.

Cuentan que en los inicios Pinamar SA ofrecía a los futuros inversionistas visitar un lugar diferente lindero con el mar, en un único hotel de categoría y con una cancha de golf de 9 hoyos, que se construyó en 1944, iniciando una obra a la que luego de iban a agregar otros tantos. Es evidente que este incremento de nuevos escenarios estaba motivado por una creciente presencia de deportistas que le dieron un perfil propio a Pinamar. Por esas canchas pasaron los mejores jugadores de nuestro país. Más allá de las cuestiones socioeconómicas, siempre hubo un grupo de pinamarenses que se aficionaron por este deporte.

El espacio es privado y siempre fue un atractivo diferente que fue incrementando su predicamento.

“Pinamar siempre se gestó como una ciudad jardín, una ciudad verde, y después de 75 años creo que sigue teniendo esa esencia. Uno ve a través de Google Earth imágenes satelitales, y seguimos viendo que, a diferencia de algunas urbanizaciones que hay en la costa argentina, esto es verde; lo cual a nosotros nos llena de orgullo. Y en todo este entorno siempre se utilizó lo que urbanísticamente llamamos anclas, que más que nada son puntos para que la gente se enamore del lugar y se quede a vivir o venga a pasear. Llamalo golf, pesca o mar, pero siempre tienen que estar estos condimentos que acompañan al entorno de Pinamar, como la cultura, el arte y el deporte”, asegura el gerente de la empresa, el ingeniero Jorge Kacef.

Pero el motivo de esta entrevista no se relaciona con la incorporación de nuevas obras de arte al paisaje urbano ni con fomentar el golf. Se trata de preservar de los excesos los links donde muchos han encontrado un justificativo para invertir y pasar los mejores momentos del año.

“Lo que está pasando es que se tomó por hábito utilizar el Golf, más que todo los chicos de entre 15 y 25 años, como un lugar de picnic o para realizar camping; eso, hablando bien. Pasan peores cosas, que es lo que nos alarma. En algunos casos se ha vinculado esta presencia con algunos daños que se han hecho en alguna casa perimetral. También esto está vinculado con frecuentes incendios, producto de que los chicos prenden un fuego en cualquier momento del día, a la madrugada, y la verdad es que es preocupante. Poniendo, de nuevo, la cancha en valor, pensemos que allí concurren durante los días de semana muchos turistas que eligen las canchas de la costa para despejarse. Que un turista le tenga que pedir a un chico permiso para poder jugar y que además ese chico de forma maleducada no se corra es un tema grave para el turismo de Pinamar. Es ahí que los que somos padres tenemos que reflexionar y preguntarnos: ‘¿Los chicos dónde están?’. ‘¿Mis chicos de 15 dónde y con quién están y qué están haciendo?’. Tenemos imágenes que son irreproducibles de lo que está ocurriendo ahí”, amplía.

Los hechos han tomado otra importancia desde hace un par de años y por eso se ven en la necesidad de pedirle a la comunidad. De más está decir que la Secretaría de Seguridad acude a los llamados, pero que como respuesta no es suficiente.

“Todos los días entran al campo de golf, dos o tres patrulleros, lo cual desde el punto de vista turístico no es aconsejable. Cuando se va el móvil, los chicos reingresan; por ahí salen de la pileta de un vecino y se meten en un green, conformando un descontrol total”, agrega.

Como condimento se puede decir que la parte que da a Martín Pescador está alambrada, pero que eso no es obstáculo para que, por lo menos tres veces a la semana, lo rompan. Kacef entiende que no es que los jóvenes no cuenten con un espacio y destaca, al respecto, que existe el skatepark como lugar espacioso para desarrollar sus actividades.

“Allí uno puede tirarse a tomar mate o un jugo. Tampoco entiendo por qué los menores andan con alcohol a las 3 de la tarde, un día de semana, en una cancha de golf. Para un turista no es la mejor respuesta que un chico no se corra y le impida jugar. Es más, en algunos casos hasta le han robado la pelotita al jugador. Imaginemos un partido de fútbol con diez personas de 25 años promedio, a los que uno les tiene que pedir que se corran. Es evidente que es un mal momento. Por otro lado, cuando uno logra que dejen el lugar, lo más probable es que luego se produzcan las represalias. Ni hablar lo que se roban”, destaca.

No es necesario aclarar que las canchas de golf forman parte del patrimonio pinamarense. Si pretendemos seguir concitando la presencia calificada de un turismo diferente es evidente que hay que cambiar de conducta y eso pasa por los adultos. A lo mejor lleguemos a la conclusión de que es un primer síntoma de una sociedad con una juventud en peligro.