El delicado equilibrio entre ser padre y ser hijo

Por Fernanda Grimaldi
Licenciada en relaciones públicas, con maestría en comunicación institucional y posgrado en recursos humanos. Fundadora de Lindo Comunicación. Coach en Comunicación.

Hay fechas que se celebran y son fundamentalmente comerciales. Sin embargo, no siempre se trata solo de eso. Este domingo en nuestro país y en otros se celebra el día del padre. Originalmente en Argentina se festejó el 24 de agosto de 1958 en honor al padre de la Patria, José de San Martín, celebrando el día del nacimiento de su hija Mercedes. Sin embargo esta fecha se modificó y desde entonces pasó ser el tercer domingo de junio. Esta conmemoración fue establecida en Estados Unidos a partir del homenaje que Sonora Smart Dodd le hizo a su padre, veterano de la Guerra Civil, y posteriormente se decretó como fecha oficial para celebrar este día.

Si tomamos esto en cuenta, los motivos por los cuáles el Día del Padre se celebra tienen que ver con recordar a hombres que dieron mucho en el nacimiento y desarrollo de su país a partir de su actuación y legado.

Con esto como referencia, cabría preguntarse si hoy tenemos en Argentina una figura que esté a la altura de esa responsabilidad, que de alguna manera empuja, impulsa, es ejemplo a seguir e inspira para que podamos evolucionar como país, como sociedad. Es una pregunta que tiene una respuesta bastante desalentadora.

Ser padre no necesariamente se relaciona con el lazo biológico. Ser padre tiene que ver con un sentimiento que se desarrolla a partir de esa elección que se da entre un hijo y un padre y que pasa diferentes instancias y momentos a lo largo de la vida.

La admiración es fundamental para que los hijos puedan mirar hacia ellos cuando necesiten un héroe. Y seguramente si se produce esa identificación los hijos podrán en el futuro ser héroes de sus propios hijos.

Desde ya no es una tarea fácil. Porque el padre es quien actúa como un escudo protector frente a estímulos externos, cuida, protege, acompaña, explica, sabiendo además que cada cosa que haga deja en sus hijos una huella muy importante lo que conlleva una gran responsabilidad.

Retomando la idea inicial, esta fecha es motivo de agradecimiento y felicidad para quienes tienen la dicha de tener sus padres o son padres, y de recuerdo para quienes ya no están. Si somos concientes que es el segundo año que nos vemos atravesados por la pandemia, todo se acrecienta porque hay muchos padres e hijos que han estado alejados durante este tiempo. A pesar de ello, esa distancia física, que es obligada y forzosa, no impide demostrar nuestra cercanía desde lo emocional, desde el verdadero sentimiento que nos une como familia o como padre e hijo.

Es en momentos adversos cuando muchas veces se valoran vínculos, actitudes, acciones que ante otro contexto o situación no se tienen en cuenta o no se les presta atención.

Por eso pensando en el próximo domingo, y dado que no todos podremos compartirlo con nuestro padre, hijos, abuelos o esa persona o figura que para nosotros es nuestro papá, les propongo que escriban lo que más valoran de él, aquello que les marcó y les enseñó y qué querrían agradecerle especialmente y ¡se lo digan! Por teléfono, por mensaje, por video, cara a cara, por videollamada. No importa cómo, lo importante es que no se queden sin decir eso que tienen en su corazón y que muchas veces retaceamos y no compartimos. La única manera de que tenga sentido y valor es expresándolo. Ese es el regalo más lindo. Poder decir, poner en palabras, comunicar para acercar. Y si les cuesta encontrar algo positivo, quizás lo que necesiten sea un poco de generosidad, porque todos en mayor o menor medida cargamos algún vínculo que tiene asperezas, diferencias o sinsabores , pero todo eso se supera siempre que haya voluntad y sobre todo una dosis de compasión.

Por eso les deseo que puedan celebrar a conciencia y que agradezcan poder hacerlo.