Enviado por el equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz
Una peregrinación multitudinaria congregó la Marcha de la Esperanza que se inició el sábado pasado en Mar del Plata y el miércoles se llevó a cabo en Pinamar.
El amor a la virgen se manifestó públicamente luego de las restricciones pandémicas que tornaron todos los encuentros virtuales.
“Con María marchamos en esperanza, este es el tiempo favorable”, fueron las
palabras de monseñor Gabriel Mestre al dar comienzo a la 48 edición.
Las de cierre, después de la experiencia presencial, a la que los pañuelos, la variedad de tonos de los barbijos y los carteles que portaban las organizaciones participantes, confirieron un esplendor que el confinamiento había hecho desear, inspiraron al obispo a exclamar, en la misa de cierre en la Catedral, “con María avanzamos juntos, en plural, no vamos solos”.
En su homilía, puso énfasis en que “el Papa Francisco nos dice con claridad que somos parte de la misma barca, avanzamos en este Adviento de manera sinodal hacia la Navidad”.
Y que “al caminar juntos en esta marcha nos reencontramos con gente amiga y con otros que no conocemos pero todos nos reconocemos como parte de la misma humanidad y la misma barca aceptando el desafío de caminar juntos”.
Destacó que “caminamos en esperanza porque sabemos que la última palabra y todo el poder lo tiene Dios. También sabemos que todas las dificultades de nuestra vida tienen un sentido final para la historia, por eso avanzamos con María en esperanza hacia la Navidad, donde el Jesús niño viene a redimirnos y a darle un sentido distinto a nuestra vida, renovando lo más profundo de nuestro corazón”.
La convocatoria en Pinamar concitó la atención de la comunidad, en medio de los preparativos para recibir una temporada veraniega a pleno, como hacía rato no se veía en la costa atlántica.
Nuestra parroquia la acompañará con los servicios religiosos a los turistas que buscan, además del descanso, el sol y la diversión, el respaldo espiritual al que muchas veces, por falta de tiempo, en la vorágine de la actividad laboral en el año, no pueden acudir a obtenerlo.
Las vacaciones abren asimismo un espacio de reflexión acerca de la necesidad de fiarse de Dios.
“Él es nuestro más allá, nuestra fuerza. Todo cambia si se le deja el primer lugar a Él. Eso es la conversión: al Señor le basta que dejemos nuestra puerta abierta para entrar y hacer maravillas”, exhortó el papa Francisco en la Eucaristía que se llevó a cabo en el Megaron Concert Hall, en Grecia.
Ante unas dos mil personas, incluida la presidenta de la República, advirtió que “convertirse significa no prestar oído a aquello que corroe la esperanza, a quien repite que en la vida nunca cambiará nada; es rechazar el creer que estamos destinados a hundirnos en las arenas movedizas de la mediocridad; es no rendirse a los fantasmas interiores que se presentan sobre todo en los momentos de prueba para desalentarnos y decirnos que no podemos, que todo está mal y que ser santos no es para nosotros”.
La Marcha de la Esperanza en Pinamar coincidió con el feriado por la Inmaculada Concepción de la Virgen María, cuya advocación es la patrona de la parroquia, Nuestra Señora de la Paz.
Este sábado, a las 19, el obispo auxiliar, Mons. Fr. Darío Quintana, o.a.r., predicará un retiro por el adviento, al cumplirse la tercera semana, en la Capilla Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro, en Cariló.
A las 20, habrá de realizar la bendición del Paseo del Rosario (un camino con pinturas de cada uno de los 20 misterios del rosario, en torno de la imagen de nuestra Señora, que está en el parque de la capilla), y finalmente celebrará la Santa Misa.