El festejo de la Navidad

Por Teresa Geerken
Licenciada en psicología

Dedicado a todas esas personas, que me quieren; y a los que me leen, les agradezco el afecto y los comentarios. Especialmente para Yanel, Benicio y Hernán; se los quiere mucho.

La Navidad es una fiesta religiosa, que es celebrada por quienes son practicantes de la religión, pero también por quienes no. Se ha convertido en un festejo que se hizo masivo. En nuestro país se acostumbra celebrarla en familia, o con quienes consideremos familia. Hay quienes tienen familias pequeñas, y se suman a alguna celebración con amigos. Cada uno, como puede o quiere.

Pero la Navidad, además de las ganas de celebrar y estar con seres queridos, tiene un lado un tanto negativo. Genera estrés, en la mayoría de las personas. En el año 2013, Nascia, una importante consultora de España, publicó su tercer estudio sobre estrés y ansiedad en Navidad.

Los puntos más importantes de este trabajo, revelan que la preocupación por los gastos y la situación económica desciende, aunque se mantiene como principal causa de estrés. Los síntomas más comunes son respiración deficiente y una tensión muscular excesiva. Y además comenta que las mujeres sufren más estrés que los hombres durante la Navidad.

También, puede agregarse otro dato, realizado en ese país, pero creo que refleja parte de lo que sucede aquí: una familia tipo de clase media, generalmente compuesta por un padre y una madre (con dos hijos) que trabajan un mínimo de cuarenta horas semanales cada uno, suele gastar lo equivalente a un sueldo mínimo entre las decoraciones, la cena de Nochebuena y los regalos. Esta supuesta necesidad, que convierte la Navidad en una fecha materialista, acarrea un malestar en los días previos y un obligado ajuste de presupuesto en los siguientes. La crisis ha, ciertamente, repercutido en esta costumbre; pero no para entrar en razones y optar por disfrutar de esta fecha icónica de una forma más espontánea, sino para recortar los gastos de manera que no sea necesario prescindir de ningún elemento del festejo.

Resulta curioso que una celebración que comenzó como una tradición religiosa, de alguna manera indispensable para quienes adoptan el cristianismo, preocupe más a los no creyentes y los someta a una serie de obligaciones cuidadosamente diseñadas y estructuradas de forma rígida e inamovible. Independientemente de las creencias místicas, es innegable que en torno a la Navidad gira una interesante combinación de actitudes y sentimientos.

Cada uno resuelve como mejor puede cada situación, con las herramientas que tiene en su personalidad, y la historia familiar que trae consigo. Quienes han hecho terapia saben de qué les hablo, notaron que un montón de “sus pensamientos” eran en realidad repercusiones de la historia y las costumbres familiares.

Con esto no quiero decir que todo sea negativo, pero quizás esta vez podemos pensar en el espíritu de la Navidad, que, considero, es compartir. Y no estresarnos con la comida y los regalos. Si hay chicos en la familia, sabemos que terminan peleándose por la caja, y que, si tiene muchos juguetes, terminan en el estante. Quizás tiene más significación para el adulto que para el niño eso que le regalamos. No hacen falta grandes obsequios; lo más importante y lo que los niños recordaran será haber pasado unas lindas Fiestas con los que ellos querían; si no, hagan la prueba: pregúntenles qué les trajo Papá Noel hace dos años. Y qué comieron… que no se acuerdan, y quizás ustedes tampoco, a no ser que continúen las cuotas en la tarjeta. Recordando lo que más de una vez dije, si no estamos con más tiempo para con nuestros hijos, no es compensación lo material. Sé que muchas veces hay una necesidad atrás de las horas de trabajo, hay familias que realmente no llegan a pagar las cuentas básicas de la canasta familiar, si no trabajan muchas horas. Pero tratemos de equilibrar, que el regalo no signifique que debamos cargarnos de cuentas, y estar con malestar por no llegar a pagar las deudas.

Después de todo, como dijo una persona muy querida que está viviendo una situación complicada de salud, lo importante es celebrar que se está vivo, y poder compartirlo con quienes más queremos. El amor, una vez más, salva.