El lenguaje matemático de la naturaleza

¿Puede la belleza expresarse en términos matemáticos?

Desde la antigüedad, la proporción áurea, o proporción de oro, se ha relacionado con la armonía en el arte y en la naturaleza hasta el punto de llamarla la “proporción divina”. La encontramos en los rostros de pinturas famosas, en los pétalos de una rosa, en la forma de algunos animales, en los brazos en espiral de las galaxias, y, más cerca, en la forma en que se insertan las brácteas en los conos de los pinos, nuestras amigas las “piñas”; esto las hace apreciadas por los turistas y fuente de inspiración de escultores y artesanos.

El mundo en que vivimos se sostiene sobre los números, algunos de los cuales tienen nombre, como el π (pi), el e, y el que nos entretiene hoy, que ha tenido a lo largo del tiempo diversas denominaciones: número de oro, proporción trascendental, proporción divina, número divino, etc., que se denomina con la letra griega (phi) y cuyo valor es 1,6180339887…. Es el pilar de la proporción áurea, que no se agota con los ejemplos anteriores; también abarca la disposición de las ramas de algunos árboles, la disposición de las hojas sobre los tallos, el número de pétalos de algunas flores, e incluso la forma de las hojas, atributos éstos que ya advirtieron los pensadores clásicos griegos pero fue Leonardo quien desentrañó las claves matemáticas que los cimentaban. El girasol es la muestra más espectacular y mejor conocida de este fenómeno: cuando se mira un girasol se ven espirales a favor y en contra de las agujas del reloj, formadas por las semillas. Otro es el caso del crecimiento de los árboles, que cambian de tamaño y sin embargo su aspecto exterior es el mismo porque se mantienen las proporciones entre su altura y la longitud de sus ramas, así como sus formas relativas. Es por ello que a la distancia se reconocen las diferentes especies sin necesidad de tener que estudiar sus hojas o su corteza. La espiral áurea da forma a los caracoles, y estructuras procedentes de la forma pentagonal son la base de las estrellas de mar.

El ser humano no podía quedar fuera de los cálculos hechos con este número tan particular: el hombre ideal, El hombre de Vitruvio, el famoso dibujo de Leonardo da Vinci que se conserva en la Real Academia de Venecia, muestra las proporciones ideales del cuerpo humano: altura total=brazada=8 palmos=6 pies=8 caras=1,618 × altura del ombligo (distancia del suelo al ombligo).