Siempre es disfrutable, pero a mediados y fines del verano hay una paleta inmejorable de colores en la vegetación y de juveniles de las especies animales que resultaron de la época de cría en primavera. Lo que más capta mi atención son las aves.

Es difícil elegir cuatro fotos entre tantas. El juvenil de cardenal común se reconoce por su copete menos colorido, algo más amarronado y, en este caso, restos de la comisura del pico típico del pichón. Se alimenta exclusivamente de semillas, frutos y brotes. Estos dos pichones/juveniles de golondrina parda están jugueteando en una antena de tv de una casa de campo con las primeras luces del amanecer. Se los identifica fácilmente como juveniles por la comisura del pico de pichón. Se alimentan cazando insectos en vuelo, como los adultos. La tercera foto es de una pollona pintada juvenil. Se diferencian del adulto por los colores menos definidos, especialmente en el pico. Son caminadoras-nadadoras y se alimentan de arañas, insectos y caracoles acuáticos o de los pastos cercanos al agua. Y finalmente, juvenil de garza bruja, una garza del atardecer, más bien solitaria y arisca. Se diferencia del adulto por su plumaje jaspeado y ojo naranja y falta del copete negro típico de la especie. Acecha y pesca peces o anfibios y a veces pichones de otras aves.

Es muy gratificante para los amantes de la naturaleza disfrutar de los preparativos nupciales de la primavera, compartir la construcción de los nidos que gracias a los binoculares tenemos casi al alcance de la mano, ver los apareamientos, los adultos buscando alimentos para sus pichones hacia fines del año y de pronto ¡el monte y los pastizales bullen en su diversidad de animales jóvenes cerrando el ciclo maravilloso de la vida!