Estrés de fin de año

Por Teresa Geerken. Licenciada en psicología

Llega diciembre y, con este mes, llegan un montón de cuestiones, que se dan de igual manera en todo el país.

En lo laboral: las cenas de fin de año, entregas de informes, etc. Que, por sí solas, no serían tanto; el hecho es que se suman a lo demás…

Para los que somos padres: los actos de fin de año en las escuelas, en las actividades que los niños hagan. Con todo lo que conlleva: hacer los trajes, y ponerse de acuerdo, entre muchas personas, de cómo tiene que ser el disfraz. Si es que los docentes o profesores no dieron indicación muy clara y precisa de cómo tiene que ser, surgen dudas, y los grupos de Whatsapp, muy de moda en este tiempo, de papis del cole o de la actividad, hacen estragos. Tratando de hacer que veinte personas o más se pongan de acuerdo. Para ilustrar esto a quienes no vivieron nunca esta emocionante pero a veces agotadora historia, los invito a ver un video en Youtube de un señor llamado Gabriel Lucero; su página se llama Gente Rota, y el video “(Casos reales) El colegio, las madres y los grupos de Whatsapp…”. Es un video que probablemente muchos hayan visto: recrea lo que puede acontecer en esta época del año, cuando las obligaciones abundan y las energías y la tolerancia han disminuido…

En lo personal, familiar: las Fiestas, Navidad y Año Nuevo. Según un estudio realizado por la American Psychological Association, se define a la temporada navideña como estresante. Compras y más compras, con quién se pasan las Fiestas… y en algunas familias pasa que hay alguien que no se junta con otro… peleas familiares de antaño… etc. Eso genera mucho estrés de por sí.

Y en nuestro lugar de residencia, como si todo lo demás fuera poco, se suma el advenimiento de la temporada, con todo lo que conlleva: mudanza para quienes alquilan, más horas laborales, preparación de negocios, etc.

Cómo definir el estrés. Siguiendo a la American Psychological Association, hay varios tipos de estrés.

El estrés agudo: “Es la forma de estrés más común. Surge de las exigencias y presiones del pasado reciente y las exigencias y presiones anticipadas del futuro cercano. El estrés agudo es emocionante y fascinante en pequeñas dosis, pero cuando es demasiado resulta agotador. Exagerar con el estrés a corto plazo puede derivar en agonía psicológica, dolores de cabeza tensionales, malestar estomacal y otros síntomas”.

Estrés agudo episódico: “Por otra parte, están aquellas personas que tienen estrés agudo con frecuencia, cuyas vidas son tan desordenadas que son estudios de caos y crisis. Siempre están apuradas, pero siempre llegan tarde. Si algo puede salir mal, les sale mal. Asumen muchas responsabilidades, tienen demasiadas cosas entre manos y no pueden organizar la cantidad de exigencias autoimpuestas ni las presiones que reclaman su atención. Parecen estar perpetuamente en las garras del estrés agudo episódico”.

Estrés crónico: “Si bien el estrés agudo puede ser emocionante y fascinante, el estrés crónico no lo es. Éste es el estrés agotador que desgasta a las personas, día tras día, año tras año. El estrés crónico destruye al cuerpo, la mente y la vida. Hace estragos mediante el desgaste a largo plazo. Es el estrés de la pobreza, las familias disfuncionales, de verse atrapados en un matrimonio infeliz o en un empleo o carrera que se detesta. El estrés crónico surge cuando una persona nunca ve una salida a una situación deprimente. Es el estrés de las exigencias y presiones implacables durante períodos aparentemente interminables. Sin esperanzas, la persona abandona la búsqueda de soluciones”.

El estrés agudo sería el que se daría en esta época y tiene un nombre específico: El Síndrome de diciembre. Es una superposición de distintas actividades que generan estrés, y llegan a su máxima expresión en esta época.

Creo que, hasta aquí, he ilustrado lo mejor posible, lo que nos sucede. Pero qué podemos hacer con esto, cómo llegar al 31 de diciembre con una sonrisa, y no querer despedir el año angustiado por lo que fue. Algunos quizás tienen una estrategia propia, pero para los que no saben cómo hacer, les aporto unas ideas.

  • Estaría bueno establecer mentalmente una lista de prioridades y escribirla, así es fácilmente visualizable. Y podemos volver a ella cada vez que nos desviemos. No todo se define ya. Se termina el año, pero la vida continúa, no tenemos que definir todo. Sólo lo prioritario.
  • Las actividades de compromiso, que no sean de nuestro agrado, y para las que no tengamos energía, hablo de las no obligatorias, las que les decimos que sí porque nos “da cosa decir que no”, digamos que no. Tratemos de aprender, hay personas que pueden, y otras a las que les cuesta, pero les digo que es gratificante aprenderlo. No podemos encargarnos de todo, estar en todo. –Se puede pensar cada actividad a hacer buscando la manera de simplificarla. No nos compliquemos. Alguien, estos días, me dijo: “Compramos comida para Navidad y Fin de Año, como si fuera el último día de la vida, y luego terminamos comiendo tres días”. No exageremos, y simplifiquemos. Si el fin de las Fiestas es compartir, si tenemos la suerte de comer a diario, pensemos que es un día más, es lo mismo un sándwich que la comida más elaborada y compleja. Que no sea motivo de sumar estrés.
  • Intentar mantener las horas de sueño. Es importante estar descansado para tener energía.
  • No dejar de hacer las actividades que nos reconfortan, como los momentos de ocio, esparcimiento o actividades físicas que hagamos habitualmente.
  • Por último, muchas personas hacen el balance, lo que debían hacer este año, y lo que lograron, y les agarra el apuro en diciembre, momento poco oportuno para esto. Ya hay muchos otros estresores como para sumarles más. Pensemos que ¡tenemos 365 días el próximo año para lograrlo!