Hay una angustia que tiene que ver con el peligro real

El síndrome de la cabaña es una de las consecuencias de la cuarentena y se produce cuando aquellos que han estado en aislamiento prefieren seguir en esas condiciones y no volver a circular por las calles.

Vivimos en una sociedad donde la cárcel es una forma del encierro, un castigo a quienes transgreden. Las autoridades con un gran criterio han ido administrando las libertades que cercenó el aislamiento obligatorio ya que si el primer día de anunciarse la medida nos hubieran dicho que se iba a extender supuestamente hasta el 24 de mayo el malestar generalizado habría sido muy difícil de manejar.

El 19 de marzo fue el día en que por última vez una inmensa mayoría fue por última vez a sus trabajos, estuvo en la calle caminando, trotando, haciendo actividad física o reuniéndose con sus amigos, familiares o conocidos. La realidad nos mostró una imagen congelada y el cese de todas las actividades lo que nos devolvió fue una instantánea que mostraba a nuestra ciudad desierta.

Lo que en un principio se consideró como algo poco creíble o transitorio que iba a ir perdiendo fuerza con el correr de los días se hizo realidad y aprendimos a saber cuál es el mejor barbijo, qué consideraciones hay que tener con su uso y hasta la fórmula del alcohol en gel. Hubo quienes mostraron su perfil oscuro lucrando con la situación y aquellos que desafiaron exponerse sin tapujos en un exterior amenazante. Muchos generaron una causa penal y un castigo pecuniario.

Si bien todavía no hay material referido al tema del Síndrome de la cabaña, por ser muy reciente, la psicóloga Teresa Geerken señaló: “Se refiere al estado tanto afectivo como psicológico que muestran algunas personas cuando se flexibiliza la cuarentena y se autoriza a la gente a dar algunos paseos cortos tal cual se da acá o regresar al trabajo. En estos casos hay personas adultas, jóvenes o niños que prefieren seguir quedándose en su casa”.

O sea que el mensaje dado por los medios de que “el virus está afuera” ha hecho mella en mucha gente y así como hay quienes desean el cese del aislamiento más que la erradicación de la patología, existen quienes le temen a la calle porque se estaría a merced de potenciales portadores.

La licenciada Geerken entiende que este síndrome es más visible en aquellos que se preocupan por cuidar su salud y no en aquellos a los que nunca le preocupa.

“Yo he escuchado el comentario de muchas personas que dicen ‘yo no voy a salir”, aunque puedan hacerlo.

“El nombre del síndrome de la cabaña aparentemente provendría de experiencias de cazadores en los Estados Unidos que se refugiaban en cabañas del bosque frente a alguna tormenta o peligro determinado, animales salvajes por ejemplo, que luego, aún cuando aparentemente ya había cesado el peligro tenían miedo a salir” dice el psiquiatra y psicoanalista Pedro Horvat.

Lo cierto es que se ha generado un nuevo aserto, el que vaticina que a partir de ahora ya nada va a ser como antes.

“Esto aplicado al caso de la cuarentena y lo que nos pasa a nosotros es que es cierto que hay muchas personas que dicen que aún habilitado el permiso para salir les da miedo o les produce angustia. Esta angustia tiene dos orígenes diferentes: uno real, no tenemos la vacuna ni el remedio contra el COVID-19, por lo tanto vamos a salir a la calle y no sabemos si la persona que está cerca tiene el virus, si un objeto que estoy agarrando o mis propias manos han estado en contacto con el virus, es decir hay una parte de la angustia que tiene que ver con el peligro real”, precisó Horvat.

Algunas personas manifiestan un miedo implícito a salir de sus casas luego de largos períodos de confinamiento (Shutterstock)

“Pero para muchas otras personas, independientemente de la cuestión del virus, la cuarentena ha sido funcional a su necesidad personal de refugio, es decir para muchas personas se transformó en un refugio que puso en pausa todos los desafíos sociales, laborales y profesionales, y les permitió vivir en una especie de tiempo fuera del tiempo, donde es lo mismo si es feriado o día hábil, no es muy importante el horario, puedo comer o acostarme a cualquier hora, una especie de situación paradisíaca, donde nada me exige y que termina siendo funcional a las personas que tienen ansiedades sociales, laborales o en general frente al desafío del mundo adulto”, explicó el psiquiatra.

Según explicó el experto, la casa se transforma en un “nido protector”, en donde se observa una situación regresiva, funcional a los miedos de muchas personas.

En diálogo con Infobae, el doctor Alberto Cormillot manifestó: “el síndrome de la cabaña es lo que puede empezar a aparecer, en gente que realmente cumplió la cuarentena y estuvo guardada estos 50 días, pero la gente va a tener que estar 15 días más en cuarentena, entonces una persona que estuvo tantos días confinada en un momento dado les cuesta trabajo salir de este contexto y entrar en contacto nuevamente con la gente, ya que está desde el miedo a que el virus todavía pueda estar suelto hasta la dificultad que se tiene en el contacto persona a persona que es distinto al digital y hay personas que se ponen ansiosas, donde están descritas en países donde han ido abandonando la cuarentena fobias y ataques de pánicos”.

Los italianos intentaron superar el aislamiento social impuesto por el bloqueo del coronavirus del país saliendo a sus balcones y cantando al unísono, grabándose en vídeos que acumulan miles de vistas en las redes sociales

“Tienen que hacer la exposición al mundo exterior muy de a poco y teniendo en cuenta todos los cuidados. Este síndrome se da más en personas que tienen algún tipo de fragilidad emocional, los que ven mucha noticias están más predispuestos a tener visiones más catastróficas, por la sobreinformación, además de que está la información confusa, las fake news y el exceso de información, y con esto las personas que tienen desregulación emocional se desregulan más todavía”, explicó.

Para el doctor Cormillot, “lo recomendable es salir a la calle de a poco, ver a alguien conocido, que cada persona esté en contacto con la misma persona, el famoso sistema de la burbuja, salir con alcohol en gel, barbijo y máscara e ir viendo, cómo uno se siente cómodo”.