La Invasión de los Pueblos asumió forma virtual

Enviado por el equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz

En la red social Instragram se viene palpitando la nueva versión de la Invasión de los Pueblos que comienza hoy, viernes 26 de setiembre, con la particularidad de que se hará de modo virtual, por internet, bajo el lema “La identidad del joven cristiano”.

Desde 1968 todos los años convoca a más de medio millar de jóvenes que integran el Movimiento Juvenil Diocesano, perteneciente a la Diócesis de Mar del Plata, a compartir un fin de semana en alguna de las localidades que la integran.

En 2017, Pinamar había sido anfitriona del evento religioso juvenil.

La pandemia del coronavirus los privó en esta oportunidad, como consecuencia del distanciamiento social obligatorio vigente, de unir el calor humano, de mirarse a los ojos, de los fogones, guitarreadas, comidas, ámbitos de oración, así como de llenar de sana y fresca alegría las calles.

Lo mismo que unos días antes también les impidió participar en los tradicionales picnics estudiantiles festejando la primavera, o que mantiene en suspenso la concreción de los viajes escolares de final de curso.

El último encuentro presencial pionero en la pastoral juvenil del país había tenido lugar en Quequén, Necochea, y en 2020 le tocaba a Miramar organizar la 52 edición. Y vaya si lo encaró, como se puede seguir en forma virtual (https://www.instagram.com/mjd.mardelplata/?hl=es-la), con imágenes repartidas en tantos espacios como sea posible para desarrollar el intenso programa de actividades sociales, con que se suele conjugar la diversión, el entretenimiento, la reflexión, la música, los rezos.

La mezcla de abundante “cachengue”, con abundante oración, como instara el obispo diocesano Gabriel Mestre el año pasado en la localidad portuaria del Partido de Necochea, esta vez asumirá un impensado desafío: protagonizar activamente las jornadas a través de una pantalla.

Están programados encuentros de formación humana y cristiana que ayuden a los jóvenes a reflexionar sobre los desafíos actuales, momentos de oración y misión que contemplen las necesidades de cada comunidad, al igual que talleres de recreación, de arte, de lectura, recitales.

Es cierto que faltarán las labores comunitarias que suelen efectuarse en los lugares públicos, las visitas a instituciones, las procesiones, pero el esfuerzo de imaginación que cada participante habrá de aportar contribuirá a disimular esas experiencias compartidas codo a codo.