La comunicación de la muerte de un ser querido, a un niño

La muerte es para cada uno, lo que crea; tenemos ideas encontradas, diferentes, complejas y a veces contradictorias acerca de ella. Según en qué se crea, y si se cree en algo, será como tomaremos la muerte de un familiar. Pero aunque sea repentina o luego de una larga enfermedad, no deja de ser dolorosa. Esa persona que tanto queríamos ya no está más entre nosotros. Ya no podremos visitarla ni escuchar su voz, los recuerdos que tenemos con ella, o él, se vuelven tesoros, porque sabemos que no lo veremos más. Por lo menos por ahora, podrían agregar algunos.

“Aunque no sepamos cómo comunicar la muerte de un ser querido a un niño, el hecho de que conozcan la noticia y vivan su propio duelo es vital para que la pérdida no se trasforme en un enorme océano que les ahogue”.

Quizás nos provoca dolor hablar del tema, pero los niños tienen que saberlo y hablarlo, es la única manera de procesar la información, de lo que no entienden o no saben.

“La realidad es que no hablar del tema para evitarles ese primer sufrimiento es un error. Los niños son grandes observadores y se dan cuenta de que algo no va bien. Mentirles va a hacer que minen su confianza y se sientan infravalorados. También va a hacer que se sientan extraños e inseguros en un entorno en el que antes podían expresarse y preguntar”.

“Además, puede potenciar que se sientan culpables, así como la aparición de ideas erróneas sobre el final de la vida. Hablando de ello con nuestros pequeños podremos saber cómo se sienten realmente al respecto, así como sus preocupaciones y sus sentimientos sobre el tema. Es este conocimiento el que nos dictará cómo podemos ayudarles; sin él, difícilmente lo sobremos”.

“Para ello, es sumamente importante que se hable de este tema como se tratan otros temas en la vida cotidiana, ya que es algo con lo que los menores van a tener que lidiar en su futuro próximo. Como en otras situaciones complejas de la vida, evitar comunicar la muerte de un ser querido a un niño no es la solución”.

Pero cómo decírselo… ¿quién lo debe hacer?

“Lo mejor que se puede hacer es que sean los padres u otros familiares muy cercanos quienes asuman la tarea de comunicar la muerte de un ser querido a un niño. Es sumamente importante que los pequeños se sientan confiados y seguros con la persona que les va a dar la noticia (así podrán hacer todas las preguntas que se les ocurran y podremos darles o ayudarles a elaborar una respuesta). Para hacerlo, tendremos que hablar con ellos lo antes posible”.

Quizás nos resulte chocante, cuando demos la noticia, la naturalidad con que la toman, o la sencillez de sus palabras. Pero no debemos olvidar que los niños son literales: tal cual les decimos las cosas, las entienden, y las sienten como nos lo dicen.

“Quizás nos hagan preguntas que no sepamos contestar, no pasa nada por decirles que no sabemos la respuesta o que compartimos con ellos esa inquietud. Así, si ellos elaboran una respuesta la compartirán con nosotros y podremos hablar con ellos sobre ella”.

“Además, es relevante elegir un lugar que sea tranquilo y que sea conocido y seguro para el menor. Una vez allí, nuestro mensaje debe adecuarse a la edad del pequeño sin usar eufemismos ni explicaciones abstractas”.

“Dar demasiados detalles tampoco va a ayudar. Por último, hay una serie de expresiones que es mejor no usar para comunicar la muerte a un niño”:

–“Se ha ido de viaje” o “está en el cielo”: puede provocar sentimientos de incomprensión y de abandono.
–“Dios lo ha querido así”: puede hacer pensar al niño que Dios es el responsable de la muerte y que tiene la culpa de que la persona ya no esté.
–“Tranquilo, no sufrió porque murió durmiendo”: puede hacer que desarrolle miedo a conciliar el sueño.
–“Es que estaba muy enfermo”: puede provocar que el niño piense que se puede morir a causa de cualquier enfermedad.

Tranquilos, debemos hablar con ellos, no evitar demostrar emociones, explicarles que si nos ven tristes es porque nos produce dolor. Que está bien mostrar los sentimientos y respetar a los demás, como sientan y demuestren su dolor. Es un momento más para acompañarlos, hacerles saber todo lo que los queremos o amamos, y que pueden contar con nosotros, cuantas veces quieran hablar del tema.

Fuente: psicologiaymente.com