La dieta que nos hizo humanos

La supervivencia de las especies en el tiempo se mantiene por la supervivencia de los organismos individuales y se fundamenta en cuatro pilares, en este orden: nutrición, equilibrio, control y reproducción. La nutrición va primero porque sin ella no son posibles los demás pilares. La nutrición implica incorporación de alimento.

El equilibrio, interno y con el ambiente, se refiere a mantener valores como la temperatura corporal, niveles de ciertas sustancias y hasta el comportamiento dentro de ciertos límites. El control es el comando del organismo, por pequeño que éste sea, a cargo de una estructura especializada; en el caso de organismos superiores el control está a cargo de un cerebro. Y la reproducción implica que un individuo pueda pasar las características de la especie a otros miembros de la misma a los fines de perpetuarla.

Todos los organismos vivos, desde los unicelulares microscópicos hasta los humanos, gozamos de estas características. La gran pregunta es entonces: ¿qué nos hizo humanos? Y la respuesta parece ser: haber logrado el control sobre las fuentes de alimentos, que es una facultad exclusiva del Homo sapiens. Las plantas y todas las demás especies animales están supeditadas a lo que el ambiente tenga directamente disponible para ellos. Simplemente acceden al alimento, y lo toman en la medida de la cantidad que esté disponible. Si no lo hay, si escasea, o disminuye en cantidad, las poblaciones deben desplazarse en búsqueda de nuevas fuentes. En el intento muchos individuos mueren, o se debilitan, o no pueden reproducirse. Ésta fue la situación de los ancestros humanos desde hace unos tres millones de años hasta hace aproximadamente un millón de años, en que empezó a cambiar y definitivamente se afianzó hace unos cien mil años en pleno auge del género Homo.En La dieta que nos hizo humanos Ana Mateos y Jesús Rodríguez nos cuentan en un tono un tanto humorístico que hace unos tres millones de años una comida de un pariente humano temprano podía ser algo así: viruta de mandioca, ensalada de acacia, gusanos en papillote, caracoles de tierra en su jugo, crujiente de termitas, macedonia de frutas, nueces en su cáscara, degustación de carroña de gacela al aroma de tres días. Si bien hablar de fechas en estas escalas es un tema sobre el cual los científicos no se han puesto muy de acuerdo, Mateos y Rodríguez concluyeron que los individuos del género Homo hace un millón de años ya lograron tener una dieta en base a jamón de gamo macerado al sol, hígado de rinoceronte con frutos de la tierra, tuétano de caballo sobre ensalada de brotes tiernos, huevos estrellados de avutarda, y otras delicias algo elaboradas, resultado de la caza grupal en las tribus. Claro queda que, entre ambos acontecimientos, los alimentos característicos de cada etapa han ido variando y, a su vez, la comida con creciente grado de elaboración fue un factor determinante para el surgimiento, desarrollo y extinción de las sociedades en el tiempo.

Hace unos doce mil años se inició la primera revolución agrícola. Esto supuso una fuente fija de proteínas. Pero no sucedió hasta Hipócrates que la nutrición fue relacionada con la salud, ya que fue él quien dio recomendaciones sobre la dieta, en cantidad y calidad, que como se sabe no sólo se referían a la alimentación sino a las normas de vida en general y, para Hipócrates, el primer médico moderno y visto como el médico más grande de todos los tiempos, a mayor alimentación, mayor salud. Habría tanto para decir sobre este tema, que podemos decir: continuará…