Enviado por el equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz.
El balcón central de la Basílica de San Pedro no fue este año el escenario desde el cual el papa Francisco pronunció la bendición navideña más solemne: “Urbi et Orbi” (A Roma y al mundo) y la tradicional de Año Nuevo, sino que por primera vez en la historia tuvo que realizarse desde el Aula de las Bendiciones del Palacio Apostólico vaticano, a puerta cerrada y televisada por streaming.
El nuevo ímpetu que cobraron los contagios por coronavirus y el tendal de víctimas fatales que está dejando determinaron la reprogramación de los sacros eventos, inclusive con el cambio de día del “Urbi et Orbi” al viernes 25, así como la suspensión de la clásica procesión que los preceden, de la que participan cardenales y diáconos que acompañan al Papa, que suele ir con la cruz, vestido con ornamentos solemnes: mitra, báculo, estola y capa pluvial.
Según la creencia de los fieles, los efectos de la bendición se cumplen para toda aquella persona que la reciba con fe y devoción, incluso si es a través de los medios de comunicación, como televisión, radio, internet.
El mensaje del Papa para la 54ª Jornada Mundial de la Paz, que se celebra en el primer día de 2021, aborda “la cultura del cuidado” en un aspecto más amplio: “como camino de paz”, tal su título.
Practicar y educar para cuidar, escribe, es la manera de “erradicar la cultura de la indiferencia, el descarte y la confrontación, que a menudo prevalece hoy en día”, se explaya.
Francisco observa los acontecimientos de 2020, marcados por “la gran crisis sanitaria de Covid-19”, que agravaron las crisis que están muy estrechamente vinculadas, “como las climática, alimentaria, económica y migratoria, y que han causado grandes sufrimientos y dificultades”.
En la Argentina, no sólo el distanciamiento social por la pandemia impuso restricciones presenciales. El tratamiento parlamentario que se forzó para la legalización del aborto aportó motivos adicionales de inquietud a la grey cristiana en este sentido momento de la liturgia.
Así fue como, en la 186ª Reunión de la Comisión Permanente, los obispos resolvieron convocar y llevar adelante una serie de gestos en orden a promover la oración por la vida no nacida.
En este contexto, la Diócesis de Mar del Plata realiza actividades enmarcadas en el documento del obispo Gabriel Mestre titulado La vida, siempre la vida, en el cual manifestaba que “la Iglesia cuida siempre con predilección las dos vidas: la de la mujer y la del niño por nacer”.
Recordó Mestre que “la postura de la Iglesia Católica ha sido siempre muy clara con respecto al valor y cuidado de la vida. La dignidad del niño por nacer, como la de toda persona en cualquier circunstancia, es absoluta y no debe ser vulnerada por nada ni por nadie”.
Subrayó que “ante cualquier situación de muerte por abusos y violencia de género, discriminación y exclusión, pobreza y marginación, enfermedad o cualquier otra realidad, el Evangelio de Jesucristo nos invita a la defensa y el cuidado de la vida, y así lo hacemos con convicción y actitud profundamente pacífica”.