La ilusión compartida de una Argentina pobre

GUSTAVO NÚÑEZ. Fue columnista de varios diarios de Latinoamérica, Escritor y autor de la novela Pampa y la vía. Miembro de la Sociedad Argentina de Escritores.

Cada cuatro años, deviene al mundo en general y a la Argentina en particular, una ilusión compartida. El campeonato mundial de Futbol. Nuestro país, con un cincuenta por ciento de pobres, siente la paradójica felicidad de asistir a esta apasionante fiesta deportiva, pero con la anunciada resignación de que frente a la inmediatez de esta feliz convocatoria, en solo treinta días, volverán asediando los fantasmas, y al mirarnos al espejo y sus laberintos, tendremos que enfrentar el síndrome de la cenicienta, conscientes, luego de ser coronado el nuevo campeón, el sueño del “lujoso Qatar”, se convertirá, tal como lo imaginó Albert Camus, en “El Mito de Sísifo”, en la ineludible realidad de volver a empezar.

Mientras tanto, la clase política, en vísperas del desenlace deportivo, continúa activamente en los medios, intentando posicionar a sus candidatos, con negligente parsimonia, sin comprender todavía que, después del paréntesis que impone el futbol, la gente volverá a cargar en su mochila, “una agenda” de prioridades muy diferentes a los debates de la rosca electoral.

Con esta reflexión, no se pretende fogonear el desánimo de esta entrañable cita mundial que todos aspiramos celebrar, ni desconocer tampoco, la importancia institucional de la política como herramienta esencial para nuestro futuro inmediato, sin embargo, pareciera que la inacción del ejecutivo, hoy en manos de un ministro, sumada a la desidia de nuestro parlamento con sus impresentables sesiones, insultos de por medio, la búsqueda de acuerdos entre oficialistas y opositores, se ha quebrado, anunciando este incomprensible escenario, un absurdo vacío sin principio de continuidad, minando los sueños de los mas vulnerables, que se aferran cada vez mas, al desasosiego que produce lo inevitable: asistir a la distribución discrecional de los planes sociales.

Obviamente, que en este contexto, alimentados por esta decadente escasez de consensos necesarios, emergerán oportunos actores con delirios mesiánicos, viboreando sus imaginarias épicas dentro de un sistema democrático, donde patéticamente la división de poderes, pareciera ser un pueril juego de enroques, presenciando entre otras cosas con estupor, una proclama donde hasta se comparan las sentencias de un Tribunal Federal, con las de un pelotón de fusilamiento. Lo dramático de este escenario, estriba en la analogía entre la ficción teatral y la realidad, realidad, que solo puede modificarse, si recuperamos la visión cultural que alguna vez supimos conseguir.

Un proyecto cultural, no solo tiene que ver con la creación y estimulación de teatros, cines, música, danza, literatura, deporte, campos del conocimiento, etc, sino con la reconquista del sistema republicano y con el renacimiento legado de nuestros pioneros y abuelos inmigrantes. La cultura del trabajo.

Mientras pacientemente en fila india, presenciamos con tolerancia contenida esta pesadilla inmerecida a la espera recurrente de ser escuchados por la clase política que pareciera no escuchar o no entender nuestros reclamos, por el momento, y solo por el momento, todos estaremos viendo a Messi acariciar con tanta belleza la pelota, ansiando recuperar esa identidad sin fisuras, para sentir al menos, por unos días más, lo más aproximado, a una felicidad compartida.