No depende de la temporada ni de un gobierno, aunque si es producto de la pandemia que nos ofrece, en el día a día, nuevas situaciones a las que el ser humano no está preparado y que lo desorientan. Especialmente la relacionada con el futuro.
La licenciada en Psicología, Anabella Pirc, se refiere desde su rol de Coordinadora del área de Psicología de Salud Mental dependiente de la Secretaría de Salud de Pinamar a cuál ha sido el o los cambios vividos desde su especialidad a raíz de la pandemia.
“La demanda de alguna manera sí ha aumentado, se va a terminar de ver el año que viene como ha impactado, nosotros por esta cuestión de la estacionalidad y de la temporada, yo creo que le da un respiro a la gente, porque no solamente hablamos de pandemia y de la situación de contagio y demás sino también de otras cuestiones que afectan a la salud mental como el estar encerrado, no poder trabajar, no poder proyectar y de alguna manera, obviamente, esto repercute. Cuando empieza a abrirse la idea de abrir al turismo y el verano baja mucho la ansiedad de no saber qué va a pasar y yo creo que eso abre ahí como una brecha de tranquilidad a la gente, una parte de la brecha porque la incertidumbre nos sigue recorriendo porque como esto es dinámico y no sabemos cómo esto va a transcurrir, entonces entendemos que hay una apertura desde lo laboral y eso tranquilidad al sujeto y demás también está lo otro de no saber cuándo”, detalla.
Es real que se evidencia un cambio. Es cierto que uno siente que hay más libertad, que hay más apertura, que uno puede ir a tomar algo, esto es de tan sujeto a sujeto “porque yo veo gente que se cuida un montón, que tiene todos los recaudos y después veo otra gente que tiene una actitud más relajada, no se puede hablar en general, pero sí que hay una sensación de estar un poco más tranquilos por esto, por la movilidad, que no fue lo mismo que el invierno, que entendimos que tuvimos que estar mucho más guardados”.
De análisis de Pirc surge la conclusión de que el grupo etario más afectado todavía siguen siendo los adultos mayores y que los jóvenes también, pero también es cierto que uno ve en ellos una actitud de menor cuidado, que tiene que ver con la edad también, “los ves juntos, los ves en la calle, por ahí sin los cuidados que deberían tener, no es atribuible a una cuestión de conciencia sino a una cuestión de la edad, de la adolescencia. También hay otros chicos que conviven con personas que son de riesgo y que realmente han quedado excluidos porque no quieren juntarse por temor a ser los que transmiten, hay de eso también”.
De la charla se infiere que hay muchas variantes en el comportamiento humano. Cabe preguntarse qué comportamiento ha asumido el personal de salud.
“Con el personal lo que veo es que las normas de cuidado están internalizadas, no hay una actitud de cansancio, las normas están internalizadas, yo llego al hospital y sé que tengo que hacer y lo veo en todos, entro a la guardia y nunca se me ocurre hacerlo sin ponerme el equipo y luego sacármelo, lo que al principio generaba mucha ansiedad porque había temor a equivocarse, ahora está internalizado, ahora en la vida privada pasa lo mismo, yo no salgo a la calle sin el barbijo y cuando bajo del auto sin él vuelvo a buscarlo, y cuando llego a mi casa me lavo las manos”, concluye.