La regla de tres

La mayoría de nosotros de vez en cuando asistimos a una disertación, una presentación, una inauguración de alguna muestra, un curso, o, como se le ha dado en llamar últimamente, una charla, sobre algún tema que nos interesa.

Siempre somos llamados por nuestro interés, y cada vez, al final del evento, nuestro grado de satisfacción y nuestra apreciación de cuánto aprendimos sobre ese tema y cuán influenciados resultamos son diferentes. Cómo el disertante dice lo que dice, en suma, la calidad de su oratoria, hacen la diferencia. Una de tantas herramientas retóricas es la conocida como “El poder de tres” (The power of three) o “La regla de tres”, un mecanismo por el cual tres palabras relacionadas se presentan de forma sucesiva para obtener un efecto deseado.

Aunque algunos todavía miren para otro lado, en estas épocas de una innegable ola verde global, recorre el mundo un slogan que ha tenido y tiene una gran influencia sobre la lenta pero constante concientización ambiental en todo el planeta. Son tres palabras: reutilizar, reducir, reciclar, que están haciendo mella en el inconsciente de los consumidores y convenciéndolos poco a poco de que son las tres acciones que debemos incorporar para darle a la humanidad una nueva oportunidad. Lentamente, solas, acompañadas por logos, flechas, figuras y otras estrategias, estas palabras deberán hacerse carne en los humanos para extender la expectativa de vida no solamente de los individuos, sino de la humanidad toda.

Reutilizar lo que pensamos descartar, reducir el consumo de lo que no es estrictamente necesario, reciclar los recursos materiales. Cada uno de nosotros sabe cuál puede ser su aporte diario, en el hogar, en familia, en la escuela, en el trabajo, en el tiempo libre: qué puedo reutilizar hoy, qué puedo reducir hoy, qué puedo reciclar hoy. Hoy, y cada día.