Mueblería Reffle cumplió 60 años en Pinamar

Nació y creció con la ciudad y, a pesar de sus años, proyecta en el tiempo con nuevas generaciones.

Carlos Reffle llegó con 22 años a Pinamar, en el comienzo de la temporada estival de 1962 y, en el segundo mes de aquel año, inauguró la primera mueblería de la ciudad. Desde entonces, su negocio creció a la par de una emergente localidad balnearia que -con el tiempo- se convertiría en referencia del turismo nacional.

A sus 82 años, Carlos repasa la historia de su negocio que ya trasciende generaciones. “Cada vez que camino por alguna calle me encuentro con un trabajo que hice. Yo siempre digo que ayudé a hacer Pinamar”, sintetiza.

Había visitado junto a su pareja a una joven Pinamar en marzo del 61’, y la belleza natural del lugar los animó a mudarse de la Gran Buenos Aires. Volvió el 12 de octubre de ese año, siempre con la idea latente de quedarse, y ese fin de semana lo confirmó: con el inicio de la temporada ya estaban viviendo en su nuevo hogar.

La ciudad era por aquel entonces un puñado de casas desperdigadas entre médanos y pinos, forjadas a voluntad de pioneros que perseguían en mismo desafío: cambiar la intensidad de Buenos Aires por la tranquilidad de un paisaje de ensueños.

“Decidimos que si yo encontraba qué hacer, porque trabajaba de dibujante en Buenos Aires, nos quedaríamos. Estudié diseño interior en una escuela industrial, pero acá solo podía ponerme a hacer muebles. Y así empezamos”, recuerda.

Su pareja invirtió sus ahorros en un terreno ubicado sobre Shaw, donde actualmente está su negocio; los suyos, los invirtió en la compra de maquinarias. Como casi todos los que empezaron en Pinamar, emplazó su taller en garaje prestado.

Carlos aprendió del oficio con la práctica, armaba muebles a pedidos, y pasó a dibujar ideas y proyectos sobre hojas de terciado. “Ya estaba decidido que, si la circunstancia lo permitía, me quedaba; en aquella época agarraba la bicicleta y estaba donde quería”, rememora.

Hoy, el mueblero acepta que quedarse a vivir “fue una decisión genial”. Agradece al pinamarense y al turista, que permitieron y permiten que su mueblería siga persistiendo en el mercado con y a pesar del tiempo.

Diariamente, Carlos repite su rutina: exponen una idea, dibuja un boceto, desarrolla el proyecto y lo muestra al mercado. “El 70% del mueble lo hacemos acá. Si alguien tiene una idea de algún diseño determinado, me viene a ver, se charla, y si estamos de acuerdo, se hace. Nunca hubo un problema”, grafica.

Para aggiornarse al tiempo, delega responsabilidades a las nuevas generaciones. “Es lo que corresponde por todas las novedades, el aggiornamiento está a la orden del día. Mantenemos la tradición, pero hay que evolucionar con las tendencias”, sostiene y afirma que “el futuro debe seguir” con la siguiente generación.

El primer mueblero asegura que “su receta del éxito” se asienta sobre tres principios que ahora son parte de su legado: la decencia, la honestidad y el deber. “Si no hacés las cosas bien, no durás. Hay que brindar un buen servicio; donde se siente atendida, la gente vuelve”, sentencia.

“Tenés que querer lo que hacés, sino estás listo. Eso lo aprendí ahora. Tenés que estar a gusto porque lo vas a hacer el resto de tu vida”, reflexionó el dueño de la mueblería que el pasado miércoles 2 de febrero celebró sus 60 años al servicio de una ciudad.