Mujer, separada y docente, un tipo de heroína

Se festejó el Día del Maestro en Argentina, una profesión ejercida por mujeres, en su mayoría. ¿Qué implicancias tiene esta mirada sobre el género respecto a la calidad de vida?

Según los últimos datos publicados (2015) a través del Censo Nacional del Personal de los Establecimientos Educativos (realizado por el Ministerio de Educación de la Nación) son 1.057.136 los docentes en actividad en nuestro país. El 78 por ciento son mujeres y más de la mitad de ellas tiene entre 25 y 44 años. La brecha entre provincias respecto al sueldo real docente varía bastante si comparamos Santiago del Estero (bajo) con Santa Cruz (alto), pero analicemos un punto en el medio en el que se ubica el sueldo docente bonaerense: alrededor de $10.000 (jornada de cuatro horas). Crucemos estos números con los del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), que estipuló recientemente la Canasta Básica Total (CBT) para un grupo familiar integrado por un matrimonio y dos hijos en edad escolar en la suma de $15.024 (incluye servicios, alimentos y vestimenta). Es claro que la realidad impone el ingreso de dos sueldos al grupo familiar, en particular si consideramos un costo de alquiler de vivienda. ¿Pero qué pasa si agregamos un detalle a este análisis y es el divorcio o separación? Una mujer sola con dos hijos, de profesión y sueldo docente. ¿Cómo hace? ¿Cómo sostiene a esa familia? ¿Qué calidad de vida tiene? Este ejercicio no es una mera hipótesis, es una realidad cada vez más cierta en nuestro país e implica que la mayoría de las docentes encuentra el ingreso necesario con doble cargo o turno, que suma un total de ocho horas diarias frente al aula con estudiantes (según la Encuesta Unesco sobre las Condiciones de Trabajo y Salud Docente). Pero el trabajo docente no termina cuando se sale del aula. El Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) afirma que las mujeres docentes, quienes realizan tareas relacionadas con la planificación, corrección y diseño de estrategias, entre otras, dedican por lo menos dos horas diarias más a estas tareas. La suma de horas de trabajo no remunerativas crece porque las mujeres en general destinan 5,9 horas diarias más al trabajo doméstico. Por ende, la mayoría de las docentes trabaja más horas semanales que las que le permitirían llevar adelante su tarea con calidad, incluyendo estudio y capacitación. Sin contar la necesidad de tiempo libre para el ocio, la cultura y el esparcimiento, etc. Hacer un análisis profundo sobre el origen de los salarios en educación predispone a trabajar en otro artículo periodístico. Por su parte, la reflexión sobre la carga de las tareas domésticas en la mujer como naturalizadas ya es temática repetida. Los rubros profesionales en los que se desempeña la mayor parte de las mujeres (educación, administrativas, labores domésticas, etc.) también invitan a un análisis profundo. Los números expuestos hoy reflejan por sí solos una realidad que merece ser observada y no menospreciada: que ser docente, mujer y madre separada, en Argentina, implica desarrollar habilidades diarias de heroína.