Nación financiará un proyecto de la Cooperativa Reciclando Conciencia

Fue seleccionada para realizar un trabajo de separación de vidrios, tras ser catalogada como una de las “más serias” y al contar con la “cantidad de volumen” de la materia prima.

El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Mincyt) financiará cuatro proyectos de soluciones tecnológicas que darán respuesta a necesidades productivas de cooperativas radicadas en la provincia de Buenos Aires. Una de ellas es la cooperativa Reciclando Consciencia de Pinamar, que se encargará de la “separación y recuperación” de vidrio.

Las demandas detectadas para realizar este proceso fueron relevadas por las subsecretarías bonaerenses de Ciencia, Tecnología e Innovación, y de Industria, Pymes y Cooperativas, con colaboración entre la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y Facultad Regional Delta.

La cooperativa pinamarense fue seleccionada tras ser catalogada como una de las “más serias” y al contar con la “cantidad de volumen” de la materia prima para satisfacer la demanda. Su trabajo consta en separar el vidrio transparente del resto, y así comercializar el producto con mayor valor agregado a la fábrica que quedó incluida en el acuerdo.

“Todo el tiempo buscamos el fortalecimiento de las redes de trabajo. Es uno de los puntos más importantes para el funcionamiento de nuestra cooperativa. Tratamos de generar siempre un respaldo y que nos respalden otras instituciones”, comentó Marilyn Minhot, integrante de la cooperativa Reciclando Conciencia.

“Trabajamos con la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) y la Universidad de Nacional de La Plata (UNLP), la oficina de empleo, entre otras cosas. Son importantes para las capacitaciones, el fortalecimiento y la confianza para poder caminar. Lo hicimos trabajando en conjunto”, completó.

Un recorrido por el interior de la cooperativa

Reciclando Conciencia es una cooperativa de trabajo autogetionada que funciona en un galpón de 800 m², pero necesitó una ampliación para extender sus áreas de trabajo. A raíz de un comodato con el municipio para el uso de la planta, la cooperativa se encarga del tratamiento de los residuos reciclables.

“No pertenecemos a ningún tinte político, pero hacemos políticas ambientales. Con el medioambiente se tiene que trabajar con políticas de Estado y no con políticas de turno con las distintas gestiones que van pasando”, comenta Marilyn, mientras inicia el recorrido por el interior de la planta de tratamiento.

Por una cinta mecánica pasan alrededor de 4 mil kilos diarios de material reciclable, provenientes de las 84 islas ambientas que hay en Pinamar. Allí se separa materiales como plástico, metales, vidrios o cartones. Solamente el plástico se separa en 10 formas diferentes: el transparente, el de aceite que necesita triple lavado, las tapitas o el plástico voluminoso. Durante este proceso, también se clasifica el cartón, el papel de oficina o folletería; el material tetra o el telgopor.

“En la ciudad tenemos alrededor de 300 m³ dispuesto para que la gente que ya separa en su casa tenga dónde poner los residuos reciclables y ser parte de una solución -que es el tratamiento- y no del problema. El material que llega a la planta se sanea y no va a parar al basural a cielo abierto”, explica.

Además, cuenta con dos compactadoras -una simple y otra doble tambor-, que responden a la demanda de casi 7 mil kilos diarios durante la temporada estival, casi el doble de lo que llega en temporada baja. Con esta metodología se reúne el material clasificado en fardos compactados y se envía a las industrias. “Nosotros hacemos una venta responsable: sabemos a dónde va el material y qué es lo que hacen con él. Elegimos a las empresas para hacer un buen trabajo”, revela Minoht.

“Está estipulado que podemos envolver a la Tierra seis veces con la cantidad de plástico que hay en el planeta. Si tenemos tanto material debemos utilizarlo. La materia prima puede volver a ser un producto reciclable y visible. Es muy importante darle una trazabilidad a los materiales que lleguen acá con algún producto reciclable a la vista. Esa es otra característica de la cooperativa”, asegura.

Hace dos años, las autoridades decidieron realizar una ampliación de la planta para extender las áreas de trabajo. En una de ellas funciona una máquina que se encarga de moler el material voluminoso, que luego se envía a las industrias o se utiliza para elaborar un producto propio, como macetas, cartelería o canastos.

También clasifican el telgopor y lo reutilizan para la construcción de ladrillos ecológicos. “Suprimimos parte de un recurso natural como la arena por algo que iría a la basura. El telgopor es acústico, liviano y térmico. Para elaborar productos como este tenemos el asesoramiento de las universidades”, señala.

En la parte externa al galpón, también funciona un sector creado para el tratamiento de los grandes volúmenes de plásticos, uno para el tratamiento de chatarras -allí se clasifican los diferentes metales-, y otro sector para vidrios.

“Durante las vacaciones se recuperaron 17 mil kilos de vidrio de las islas ambientales. Pero Pinamar genera mínimo 30 mil kilos cada 15 día y no están llegando. Es importante hacer una gestión integral de los residuos. La cooperativa envía estos vidrios para que se hagan botellas otra vez. Para eso necesitamos de la colaboración de la comunidad”, señala Marilyn, mientras finaliza el recorrido.

“La comunidad debe tener personas de cambio. Si uno separa, el otro en algún momento también lo hará. Esa acción produce que 4 mil kilos no vayan diariamente a un basural a cielo abierto. Produce también que haya una inserción laboral de las 34 familias que hoy componen la cooperativa. Es importante decidir si uno quiere ser parte de los que generan el cambio o de los que miran al costado”, concluyó la referente de la organización.