Necesidades crecientes ponen a prueba las vocaciones

Enviado por el equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz.

A partir del rebrote de contagios, la parroquia tuvo que rever, por el momento, su plan de actividades que requieren de acercamiento entre las personas, pero siempre teniendo como premisa la proximidad física con aquellos seres que más lo necesitan, en este caso los niños y las personas más vulnerables.

De ahí que se continúe con la inscripción al primer año de catequesis, no sólo para los nenes de 7 años, sino también para los mayores que el año pasado, debido a la cuarentena, no tuvieron acceso a ser preparados para recibir los sacramentos.

En este complejo contexto sanitario, asimismo, en la diócesis se concretó la conformación de un grupo de ayuda dedicado a las mamás que quieren abortar, que se llama Ain Karem.

El padre Marcelo Panebianco viajó esta semana a Mar del Plata para traer los afiches a fin de que sean pegados en algunos de los templos, como San José y Laura Vicuña, en los que se invita a acercarse a aquellas mujeres que afrontan la dramática situación de un embarazo no deseado.

El número de teléfono que figura en el anuncio es 02236187498, aunque pronto se le agregará un modo local que facilite el contacto.

Acompañarlas, darles contención, ofrecerles alternativas, forman parte de las prioridades pastorales y para ello los sacerdotes se pusieron al frente de esta orientación en cada una de las parroquias.

Por otra parte, la Pastoral Vocacional desarrolló en estos días una serie de eventos que pudieron ser vistos a través de las redes sociales, en vísperas del domingo del Buen Pastor, que es el cuarto de Pascua, que se celebra en toda la Iglesia, y es la jornada de oración por las vocaciones.

El mensaje alusivo del papa Francisco decía: “Dios ve el corazón y en san José reconoció un corazón de padre, capaz de dar y generar vida en lo cotidiano. Las vocaciones tienden a esto: a generar y regenerar la vida cada día”.

Agrega que “el Señor quiere forjar corazones de padres, corazones de madres; corazones abiertos, capaces de grandes impulsos, generosos en la entrega, compasivos en el consuelo de la angustia y firmes en el fortalecimiento de la esperanza. Esto es lo que el sacerdocio y la vida consagrada necesitan, especialmente hoy, en tiempos marcados por la fragilidad y los sufrimientos causados también por la pandemia, que ha suscitado incertidumbre y miedo sobre el futuro y el mismo sentido de la vida”.

Finaliza recordando que “San José viene a nuestro encuentro con su mansedumbre, como santo de la puerta de al lado; al mismo tiempo, su fuerte testimonio puede orientarnos en el camino”.