¡No dejemos pasar las oportunidades!

Por Silvia Lamarca, Lic. En Psicología

La mayoría de los seres humanos adultos, tenemos una rutina la cual repetimos día tras día sin muchas variables.

¿Por qué hacemos esto?
Porque nos da seguridad, nos ahorra tiempo al no tener que pensar en ir por otro lado o hacer algo de manera diferente, por muchas otras razones. Básicamente esto conforma la zona de confort. El confort no significa que estemos contentos, o entusiasmados con lo que hacemos. Llega un momento que, para algunas personas, esta modalidad se torna algo aburrido, pesado.

¿Qué hacer entonces?
Tratar de salir de nuestra zona de confort incluyendo algún aprendizaje, conocer personas, viajar, realizar actividades que quizás dejamos de hacer hace mucho tiempo y nos daban placer.

Puede ocurrir que hacer estos cambios nos entusiasme y nos de miedo al mismo tiempo, sobre todo cuando nos dicen "Ojo, tené cuidado ¿Para qué cambiar, si así te va bien? A ver si te quedás sin trabajo”. Esos miedos que vienen de afuera pueden juntarse con los propios con la conclusión negativa de inhibir el movimiento hacia lo diferente. Debemos pensar que no perdemos nada, lo aprendido anteriormente allí está y se suma a lo nuevo.

Si seguimos adelante, muy probablemente desarrollemos una mirada hacia nosotros mismos, más benévola, más divertida, como que podemos mucho más. Mejora la autoestima.

Recuerdo que hace muchos años, después de haberme recibido, logré ingresar al servicio de psicopatología de un hospital público. Creí tocar el cielo con las manos. La jefa del servicio era una psiquiatra muy estructurada, muy rígida. Nos había prohibido trabajar para otro servicio del hospital. Un día me mandó llamar un médico de clínica médica y me preguntó si podía hacer un psicodiagnóstico a un paciente suyo que presentaba síntomas que le parecían, más que físicos en su origen, del orden de lo psicológico o psiquiátrico.

El resultado fue que el paciente sufría de un grave trastorno de la personalidad con correlato en los síntomas físicos, los cuales lo hicieron consultar. El médico quedó muy satisfecho con el informe. Me ofreció seguir trabajando con él, no solo en el hospital, sino también en su consultorio particular. Como realicé ese psicodiagnóstico sin permiso de la jefa, se lo conté al médico. De todas maneras, me dijo que lo pensara…

Quiero recordar una película, Working Girl o secretaria ejecutiva (1998) protagonizada por Harrison Ford, Sigourney Weaver y Melanie Griffith.

Una empleada de una gran empresa de asesoría para gente muy adinerada sobre dónde invertir, trabaja muchas horas rodeada de mucha gente y mucho ruido. El día de su cumpleaños descubre que su novio la engaña y el mundo se oscurece para ella. Pasa el tiempo y accede a un trabajo mejor como secretaria de una mujer muy poderosa. Ella siempre le da ideas para que aconseje a sus clientes hacer buenos negocios. Su jefa nunca le da el crédito que merece porque es muy inteligente y prefiere no tenerla en cuenta para sobresalir como si fueran sus propias ideas. La jefa hace un viaje a las montañas en invierno para esquiar y allí se rompe una pierna. Como hay una tormenta de nieve no puede volar de vuelta a Nueva York.

La secretaria le pregunta por teléfono que va a hacer con todos los compromisos que tiene esa semana. Le dice que los cancele. No solo no los cancela, sino que además va a su casa, se pone su ropa y se hace pasar por ella. Tiene mucho éxito no solo en lo laboral, sino que además comienza una relación amorosa con la pareja de su jefa. Ambos logran llegar a gente muy poderosa con los cuales podrían hacerse muy buenos negocios y cobrar muy buenas comisiones, a través de estrategias específicas que solo conocen ellos dos. Cuando vuelve la jefa se entera de todo lo que pasó mientras ella no estaba y la despide porque no solo vivió en su casa, usó su ropa y su oficina, sino que se hizo pasar por ella en los negocios y de alguna manera enamoró a su pareja con su inteligencia, belleza y astucia. No se da por vencida y con la ayuda de varias personas que creyeron en ella, no solo recupera su trabajo. sino que ahora está legalmente ocupando el puesto que tenía su jefa. Vio la oportunidad y no la desaprovechó

En mi caso fue distinto. Era una oportunidad muy buena para mi crecimiento profesional y la dejé pasar. Creo que me ganó el miedo, de que llegara a oídos de la jefa, dejar a mis pacientes, dejar ese espacio que me había costado tanto conseguir...

Y a veces hay que arriesgarse, salir de la zona de confort, para lograr lo que uno realmente desea.