Ostende Reloaded

Warning! Si sos menor de dieciocho años te recomendaría no continuar leyendo. La descripción de la realidad puede afectarte (igualmente, si alguien de tu edad agarró el diario, no para prender fuego, sino para leer, te felicito. La educación y la cultura es lo que te permite crecer y desarrollarte).

Esta semana tuve que realizar en varias oportunidades la aventura de ir hasta el punto verde a tirar los residuos de un comercio. Para el que no está con conocimiento de esta situación, les paso a informar que tiempo atrás, debido a la eficiente, puntual y eficaz recolección de residuos que solíamos tener, y entendiendo que ahora en cierto punto esto cambió por parte de la empresa recolectora, si uno quería tener en condiciones saludables e higiénicas su comercio, debía hacerse cargo de la basura, en la mayoría de los casos. No importa lo que pagaras de tasas y los aumentos que hubieras tenido. No solía cubrir ese servicio (digo el de recolección digna). Podríamos haberles exigido a los funcionarios de ese momento que controlaran y exigieran y bla, bla, zzz… zzzzzz… Me duermo. Mejor siempre fue y es actuar a tiempo y solucionar el problema, ya que esperarlos a éstos es como esperar tener justicia y que tipos como Cristóbal López siguieran presos. Ir al punto verde siempre fue una experiencia que todos deberían haber vivido en algún momento de sus vidas. Hoy por suerte se nota la eficiencia en el trabajo que realizó el tipo más simpático y carismático del Municipio, como es JM. La verdad que hoy el punto verde funciona como tal y uno puedo observar que cuando se quiere se puede. Good for You, Javier! Ahora bien, no todo es color de rosas. La aventura no termina solamente cuando dejás los residuos, ramas, desechos, maderas y algo más que se podría disimular (no, please, línea blanca, televisiores, colchones, muebles, escombros o cuerpos). Va más allá de eso, ya que lo interesante son sus alrededores. Por ello, lo que decidí hacer, a diferencia de los anteriores 43 viajes en los últimos dos años (auditados en planilla de Excel que pongo a disposición), fue recorrer un poco más nuestra querida localidad de Ostende. OMFG!... pará. Repito. OMFG! Como dijo Bielsa. Esto es Ostende Carajo. ¡No voy a entrar en detalles de calles o pasajes, ya que no queremos delatar a Escobar Gaviria y sus amigos, pero me encontré con una realidad que no me imaginaba (es cierto, no tuve la suerte de timbrear o bien militar esas calles chamuyando). Si bien algo había escuchado, pensé que eran rumores, como La Llorona o como que en el HCD todos trabajan. Entiendo que si vos, zurdito, estás leyendo (también te felicito), pienses que la culpa es de este gobierno, que la derecha, que el ajuste, etc., pero no te equivoques. Esto tiene años de gestación. Lo que se cultivó en muchos sectores de esa localidad no es de laboratorio express. Desde la época de Blas y los transes con Danielito que traían gente en camiones a cambio de votos, y todos callábamos, hasta el regalo de tierras por parte de los cráneos del Concejo Deliberante de hace unos años, que también callamos. A eso sumale que la clase política en Pinamar siempre consideró a Ostende como el patio trasero. Te das cuenta ya desde la concepción de esta localidad, donde no tenés la vegetación ni el diseño urbanístico que sí encontrás en las demás localidades, como Valeria, Pinamar y Cariló. No se realiza el mantenimiento preventivo de calles, no tenés luminaria acorde, hay muy poco asfalto, se inunda en muchísimos lugares, no existe señalización, ni controles de comercios ni edificaciones. Far west, dicen algunos. Además, el vecino, en su mayoría, es sumamente desconsiderado y desprolijo y traslada la responsabilidad que tiene como tal al gobierno, cosa que es incorrecta. Por otro lado, hoy estamos teniendo delitos en modalidades que antes no existían. En su avenida principal se generó un microclima autoabastecido por los propios residentes de la zona, donde con mucho esfuerzo diario pueden tener actividad todo el año, pero la falta de planificación y de control hace que cada día estén en peores condiciones, lo que deteriora aun más la zona. Hay que entender que Ostende, años atrás, supo tener otro diseño, con mejor calidad de vida, con casas de veraneo, hoteles y comercios pujantes. Esta localidad nacío como un proyecto de los belgas Robette y Poli, quienes llegaron a principios del siglo XX, con el plan de hacer una ciudad gemela a la que hay en Bélgica. Compraron la zona de los campos del terrateniente, para nada facho, Manuel Guerrero y tenían un proyecto urbanístico turístico diseñado por arquitectos franceses de renombre. El proyecto contemplaba mucha vegetación, de gran variedad, avenidas, diagonales, reservas para edificios públicos, estación de tren, cementerio, corralón municipal y una avenida central con un boulevard de más de 50 metros de ancho. Seguramente por la situación mundial del momento, y el inicio de la Primera Guerra Mundial, nunca más volvieron, pero dejaron el inicio de su legado. Hoy no lo encontrás ni en 3D. Cien años más tarde, no supimos llevar a cabo prácticamente nada de lo planteado en tan bella localidad, y estamos como estamos. Requiere de mucho esfuerzo y una decidida política de cambio para poder transformar Ostende en lo que alguna vez se soñó que podría ser. Por suerte, esa política de cambio llegó y se está notando cada vez más. El nuevo proyecto de mejoramiento de la avenida principal (tremendo proyecto del estudio Galera), el cambio de luminarias, el mejoramiento de las veredas, las nuevas plazas, el posible traslado de ciertas secretarías municipales, entre otras cosas, hacen que esta localidad empiece de a poco, muy de a poco, a cambiar. Tenemos que entender que, para que nuestro principado crezca y mejore, todas las localidades deben hacerlo a la par. Ostende hoy está recargado.