Pan y trabajo deja a Pinamar el numeroso y variado turista

Enviado por el equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz.

El lleno turístico casi total que presenta Pinamar en alta temporada, en un contexto de contagios elevados de Covid, es disparador de una avalancha de noticias, en las que se mezclan veracidad y falsedad.

Se torna difícil distinguir unas de otras.

Algunas están relacionadas con la atención sanitaria de los afectados, los testeos, el respeto o la falta del mismo de los protocolos de prevención, otras con recurrentes imprudencias en la playa, desbordes en eventos juveniles, actos de discriminación, etc.

Nuestra parroquia, en permanente contacto cotidiano con la comunidad, extrapola el indiscutible hecho de que estamos ante una actividad excepcional, rebosante de trabajo para la totalidad de los prestadores de servicios en todos los rubros.

Mucho tuvo que ver en este beneficio generalizado la abstención de veraneantes que solían ir a Punta del Este o el norte de Brasil, desalentados por las trabas sanitarias para desplazarse a través de fronteras, la limitación cambiaria para gastar dólares en el exterior y la encarecida paridad del billete norteamericano.

Solo por accesibilidad para los centros urbanos del país, la costa atlántica pudo atraer este año a ese público mundano, que se entremezcló en playas, tránsito, calles y comercios de aprovisionamiento, con otro de costumbres diferentes, también eventual, que accedió a vacacionar a las ciudades balnearias, alentado por los subsidios al turismo doméstico y los plus de fin de año distribuidos por el Estado.

La supuesta tensión se reflejó en la pregunta afirmativa con opinión que un periodista de radio Power le formuló al secretario de Turismo, Juan Ibarguren: “Cambió el público de Pinamar y eso es peligroso”.

El funcionario defendió la diversidad y subrayó que Pinamar, Ostende, Valeria y Cariló tienen una variada oferta para todos los gustos y bolsillos: “Nichos”, la denominó.

La parroquia no distingue entre los hijos de Dios, sino que los hermana y promueve acciones solidarias integradoras.

El llamamiento que acaba de efectuar el obispo Gabriel Mestre durante la dedicación del templo y consagración del altar de la iglesia Nuestra Señora de la Paz bien puede aplicarse a la experiencia que se vive en esta temporada de que distintos estamentos sociales vacacionen al mismo tiempo en localidades que, en épocas pasadas, habían sido marketineadas como exclusivas por una clase social.

Invitó a ser, “por la gracia de Dios, artesanos e instrumentos de la paz en un mundo dividido y agrietado”.

Pidió a Dios que podamos vincular de corazón a corazón nuestra paz, y nos haga vibrar con la delicada intercesión de María, Nuestra Señora de la Paz, la santa patrona de la parroquia de Pinamar.