Presente y futuro de la Orquesta Infanto Juvenil

Ha pasado casi una década de su formación. Le costó afianzarse pero con trabajo y rigurosidad logró hacerse un lugar en la preferencia de quienes gustan de un repertorio selecto de música clásica. Por estos días ensaya villancicos; en plena temporada buscará con otro repertorio el beneplácito del público.

Leonardo Solís, director de la Orquesta Infanto Juvenil y reconocido profesor de música, hace un balance de lo realizado durante este año y da cuenta de los proyectos que espera concretar en el venidero. Para el músico nada ha sido fácil en su intento de querer consolidar su proyecto, aunque durante los últimos años ha cimentado su prestigio y el de su grupo de alumnos, siempre apuntando a la excelencia.

“Este año hemos estado trabajando mucho con los profesores, con los chicos. Estamos preparando material nuevo. Hemos estado en la nueva conformación de la Camerata, formada por alumnos avanzados y docentes, que era algo que nos quedaba pendiente. A medida que los chicos van avanzando, qué nivel le podemos proponer para que se sientan cómodos tocando en una agrupación. Y lo de la Camerata vino bárbaro porque se pudieron abordar obras muy difíciles del repertorio académico y se pudo mostrar en ese encuentro que se hizo justamente en el teatro a Gabriel [Choque], que es un chiquito que está tocando mucho, y otros alumnos más, acompañados por los profesores en un repertorio muy rico. Ahora, preparando lo que va a ser la fiesta navideña, los villancicos en las calles de Pinamar con el colorido de nuestros niños con los gorritos y toda esa cuestión institucional, y después prepararnos para el verano: vamos a tener algunas presentaciones en temporada alta”, relata.

Cuesta pensar que el esfuerzo cultural de Leo sea correspondido por una remuneración acorde. Es más, el músico está convencido de que hay gente que tiene una capacidad para la cuestión comercial y enseguida le ve la salida.

“Sabe tocar el ukelele y enseguida arma una escuela. Yo no tengo esa cuestión comercial, soy más de perfil bajo. Una amiga me decía que ya teniendo la impronta que tiene el proyecto, teniendo el curriculum que tiene dentro de la comunidad, podría plantear algo hasta privado y cobrar y armar una escuela y a mí no me nada, yo voy más por lo cultural y lo artístico, que sea de llegada masiva y uno puede vivir, sin tirar manteca al techo. Estamos en un país donde por ahí lo cultural no tiene un reconocimiento como en otros lugares como en Europa, donde los proyectos son muy bien apoyados. Me gusta Pinamar, ya me quedo acá, amo mi ciudad, me ha abierto las puertas después de tantos años, he podido instalar un proyecto que quizás en otro lugar hubiera sido imposible; en otros lugares con otra historia y con otro crecimiento cultural hubiese sido imposible. En Pinamar lo pudimos hacer. Creo que queda mucho por hacer pero estoy muy contento”, analiza.

Mientras sus alumnos progresan, Solís continúa estudiando, tomando clases y por sobre todo tratando de propiciar una generación de músicos que sigan con su obra.

“Esto de personalizar los proyectos muchas veces hace que quien lo propone es el único que lo puede llevar adelante. Esto se tiene que romper, porque si no cuando uno se va termina el proyecto y deja a la comunidad sin nada y éste es un proyecto que creo que ya lo tomó la comunidad como propio. Ya hay un gran interés a nivel nacional por este tipo de proyectos. En nuestro equipo tenemos alumnos que están perfilándose muy bien, incluso algunos que ya se fueron a estudiar la carrera de manera formal a Mar del Plata o Buenos Aires, y después (no me quiero endilgar el título del que creó el proyecto porque no es así, sí del que lo instaló en Pinamar) y a raíz de eso puede que hayan nacido otros proyectos”, agrega.

Leo vuelve sobre la figura de Gabriel Choque, un chico que vino de Buenos Aires, tras haber participado en algún proyecto de orquesta en Moreno. Un joven ejecutante que, a decir verdad, sorprendió porque es un chico muy aplicado y estudioso.

“Trabajó dos temporadas para comprarse un violín bueno, no de estudio, y nos ha sorprendido porque está abarcando un material muy difícil dentro del repertorio académico”, describe Solís con orgullo. El maestro sabe y les dice a sus dirigidos que cuando tengan que cambiar lo hagan pensando en el paso que van a dar, que analicen si en realidad conviene el cambio. Es celoso en preservar la integridad musical de los chicos. Les dice que él no prohíbe pero que evalúen si la decisión de cambio los puede hacer crecer. Solamente eso, nada más y nada menos.