Prioridades

Por Amanda Paulos
Bióloga, docente, observadora de fauna silvestre

Los humanos somos una especie más dentro del concierto de especies que existen en el planeta Tierra. Y como tal compartimos las prioridades que todas tienen y que confluyen en una: la supervivencia del individuo y de la especie. Para lograr esto cada organismo debe nutrirse, estar en equilibrio interno y con el ambiente que lo rodea, y finalmente reproducirse para pasar sus genes exitosos a su descendencia. Entonces, concluimos, la prioridad es la SUPERVIVENCIA, así, con mayúsculas, de la especie. Y con eso, los humanos hemos comenzado a estar en problemas, porque en ese camino, nos hemos confundido y hemos alterado el orden de las prioridades. Y la principal confusión que tenemos es las fuentes que usamos y el uso que hacemos de la energía que necesitamos para sobrevivir, como especie.

Recuerdo que hace años, mientras que infructuosamente trataba de resolver un problema durante una clase, se acercó el profesor y me dijo: “Cuando lo complicado no funciona para resolver un problema, hay que volver a lo simple, a lo más básico”. Y, decía, en nuestro afán por crecer, crecer y crecer, necesitamos tanta energía para tantos sofisticados artilugios de la vida moderna que pareciera que en una desesperación por obtener más y más energía hemos incursionado en la combustión de todo lo que sea combustible sobre este planeta, nos involucramos con la energía de los átomos y hasta nos “metimos” con la anti-materia. Y todo esto nos aleja de la supervivencia como especie, sobre la faz de la Tierra, al menos.

Tal como me invitó el profesor hace años a recurrir a lo simple, hay quienes nos invitan a retornar a las fuentes de energía inagotables que nos brinda el universo: la energía solar, la energía eólica y la energía hídrica. No hay lugar que no pueda contar con alguno de estos tipos de energía, que son renovables, saludables y totalmente amigables con la naturaleza: su uso no altera el equilibrio de nuestra especie con el ambiente. La tecnología que supimos conseguir ya tiene los medios para hacer uso de forma masiva y en nuestras casas de estas fuentes de energía para todo y todos los aparatos que usamos sobre la faz de esta maravillosa Tierra nuestra: calentar el agua y el aire de nuestros edificios, generar electricidad para nuestros automóviles y demás dispositivos, extraer agua subterránea para uso humano, generar espacios para el disfrute de la naturaleza. En fin, darle prioridad al uso de la energía del sol, del viento y del agua para cubrir las necesidades del mundo moderno ya es de nuevo posible, es lo más simple y no altera el equilibrio necesario para la supervivencia. ¿Qué esperamos para ponerlo en práctica masivamente? Ya hay gente, mucha gente, que lo está haciendo.