San José vela por un nuevo concepto del trabajo tras la cuarentena

Enviado por el equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz.

Particular conmemoración este viernes del 1 de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, al que Pinamar le agrega el reconocimiento de los pioneros que aportaron la mano de obra a la construcción de nuestra ciudad, instalados por entonces en el céntrico barrio San José Obrero, donde se enclava la capilla San José, que hoy tiene también su fiesta patronal.

Todos los años, una procesión suele cubrir el trayecto entre el templo y el monumento al justo y humilde carpintero de Nazaret, padre nutricio de Jesús, en la placita de la avenida Bunge, para la bendición de las herramientas y la mano de obra, junto al agradecimiento por poder llevar el pan a las casas.

La cuarentena por el coronavirus impide la marcha, la tradicional misa, pero estas circunstancias más que nunca inspirarán los ruegos y las plegarias desde los hogares y la participación activa en la misa virtual que será transmitida por la red social Facebook.

Al temor por los efectos de la pandemia sobre la salud se suma la incertidumbre por las consecuencias que la parálisis en las actividades está teniendo en el seno de las familias.

Según un relevamiento publicado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), en lo que va de la cuarentena 309.672 trabajadores fueron despedidos o sufrieron una reducción salarial en el país.

Los cierres de industrias y comercios a causa de la pandemia dejaron en la calle en el último mes a 12.609 personas, entre despedidos o suspendidos. En tanto, 297.063 afrontan riesgo salarial.

La perspectiva científica es que el confinamiento no sea inferior a dos meses, de acuerdo con una encuesta médica realizada por la organización FINE (fine-research.com) en América Latina, que alcanza a 414 argentinos de atención primaria y especialidades que atienden población de riesgo (oncólogos, reumatólogos, infectólogos, cardiólogos, endocrinólogos, etc.), lo cual abre una incógnita a la mayoría de la población acerca de cómo hará para soportar la extensión del aislamiento.

La oración, la solidaridad, constituyen las mejores respuestas a nuestro alcance para superar esta crisis.

Invocar la ayuda de Dios abrirá también a la esperanza de que se alumbre una nueva realidad, en este caso que surja un nuevo mercado con nuevas pautas de consumo, más pragmático, que mitigue la creciente desigualdad en la distribución del ingreso, que privilegie el empleo, y que ayude a equilibrar los daños colaterales de esta cuarentena: salud mental, tristeza, depresión, agravamiento de adicciones, violencia familiar, mala alimentación y hasta los relacionados con la carencia de actividad física de rutina o recreativa.