Todos podemos ser santos y amigos de Jesús

Enviado por el equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz

El lunes, cuando se celebre el Día de Todos los Santos, la conmemoración irá más allá de los más nombrados, como Domingo Savio, San Agustín, San Carlos, Santa Teresa, Santa Cecilia, San Pedro, San Juan, San Alberto, la Madre Teresa de Calcuta: se extiende a los misioneros, los mártires, los que cuidan enfermos.

No son personas diferentes, en todos los tiempos los hubo: de distintas edades, unos niños, otros jóvenes, adultos, viejitos, hombres, mujeres, gorditos, muy inteligentes, muy sencillos, muy ricos o pobres de la cuna, blancos, negros, santificados desde pequeños. Y otros con toda una vida sin conocer a Dios, de mal comportamiento pero que al encontrarse con Jesús, cambiaron y decidieron ser felices siguiéndolo.

Inclusive se van sumando beatificaciones, como la realizada durante la Jornada Mundial de las Misiones, el domingo pasado, en la Diócesis de Rimini con la joven italiana Sandra Sabattini, quien en 1984, a los 22 años y estando comprometida para casarse con su novio, Guido Rossi, sufrió un trágico accidente mientras se dirigía a una reunión de la Comunidad Papa Juan XXIII.

La Iglesia Católica la convirtió en la primera novia santa admitida a los honores de los altares.

Dos días antes del accidente que le costara la vida había escrito en la última página de su diario: “Esta vida no es mía. Esta vida, que va evolucionando por un respiro que no es mío, transcurre en una serena jornada que no es mía”.

El 1 de noviembre, los católicos disfrutamos de una verdadera fiesta consagrada a los santos, sin disfraces de monstruos ni brujas, como en el ritual pagano previo de Hallowen, sino en el seguimiento de Jesús, para actuar como Él, hacer el bien como Él, amar como Él.

Porque, en definitiva, ser santo es ser amigo de Jesús.

En la jornada siguiente, el 2, es una tradición en Argentina celebrar el día de muertos.

Todos los años nos trasladamos al cementerio con nuestro párroco para orar por los difuntos, y pedir a Dios que perdone las faltas veniales que podrían tener pendientes al momento de morir.