Todos somos hijos amados de Dios

El diácono permanente de Villa Gesell, Marcelo Benavídez, brindó el martes pasado en la capilla San José, de Pinamar, una conferencia sobre la solemnidad de Pentecostés, que tendrá lugar el domingo venidero.

Fue en el marco de la Escuela Abierta a la Comunidad.

La palabra “Pentecostés” significa en griego “cincuenta”, haciendo referencia al número de días transcurridos después de la Pascua. Ya lo celebraban los hebreos en los tiempos de Jesús. Siete semanas más un día (cincuenta días) después, presentando a Dios dos panes hechos con el trigo recién cosechado.

Esta “fiesta de la cosecha” recordaba el tiempo en que el pueblo de Dios vagaba por el desierto sin tener dónde sembrar ni qué cosechar.

Dios les dio una tierra para que la sembraran. Es de imaginar la alegría el día en que recogieron su primera cosecha en aquella tierra tantas veces prometida y, otras tantas, esperada.

Por fin podían comer un pan sembrado, cosechado, molido, amasado y cocido con sus propias manos.

La fiesta cristiana de Pentecostés representa el descenso del Espíritu Santo sobre los apóstoles, que anima el cuerpo de Cristo.

En primer lugar, confiere la unidad que Jesús pedía insistentemente al Padre para sus discípulos, e ilumina a los sucesores legítimos de los apóstoles, como el Papa y los obispos, a fin de guiar a la Iglesia, santificarla y enseñarle a conocer la doctrina de Jesús.

“El Espíritu Santo también está presente santificando a la Iglesia, que es santa por su origen divino, por su fundador que es santo, pero que es pecadora por nosotros los humanos que la formamos”, es el mensaje latente que se reproduce en cada conmemoración.

La presencia santificadora del Espíritu Santo se manifiesta en los frutos de salvación que se dan constantemente en la comunidad eclesial.

La Iglesia Católica se goza, no en fabricar santos, sino en declarar que Dios se ha portado maravillosamente en la santidad de nuestros hermanos.

La Diócesis de Mar del Plata saldrá como tal a “anunciar la alegría de la vida en Cristo”, como preparatoria de una Misión Diocesana sobre el bautismo y el agua bendita que se llevará a cabo entre la última semana de septiembre y la primera de octubre.

En este fin de semana de Pentecostés todos recibiremos el “envío misionero” ya que “todos seremos misioneros”: algunos saldrán a la calle pero toda la comunidad se pondrá en dinámica misionera y buscará sostenerla desde la oración y con los recursos materiales necesarios para toda obra apostólica.

Equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz