Una experiencia diferente

Por Raúl Coronel
Licenciado en periodismo y comunicación social

Cuando hace unos meses la profesora Mariana Rossetti me acercó la posibilidad de colaborar en una pasantía con Santy Ramírez, me tentó la posibilidad de trabajar con un alumno del Colegio San Antonio, que estaba transitando el tercer trimestre de 6° año de su ciclo secundario. Una altura de la vida donde uno deja atrás recuerdos imborrables, teñidos de fantasía y proyectos, complicidades y amistades que pueden perdurar en el recuerdo o en un trato frecuente durante años.

Lo cierto es que pasó por mi mente una serie de vivencias de mi adolescencia, una etapa de mi vida que recuerdo plagada de inseguridad y confusión. Quizá por ello accedí a la propuesta nos encontramos, intercambiamos ideas y noté que Santy tenía en claro una serie de temas de los que yo, a la misma edad de él, ni estaba enterado.

Hablamos de los mecanismos de la comunicación, pero los de la práctica diaria, sin caer en las clásicas descripciones de emisor, receptor, mensaje y ruido. Nada de teorías sino práctica y sentido común, hasta que Santy empezó con las entrevistas. Todas fueron apareciendo en Pionero, en diversas ediciones; cada una fue corregida por mí poniéndole el acento en la sintaxis, y en algún desliz sin mayor importancia, pero siempre respetando su esencia.

Estaba corrigiendo los trabajos de un chico, con su particular mirada, sus giros idiomáticos a la moda y una envidiable y sana rebeldía que no intenté cercenar ni condenar, ya que es la esencia con que un joven talentoso puede lograr los objetivos que se proponga.

En un momento de esta breve relación me prometí escribir algo sobre la experiencia. Quiero agradecer a quienes hicieron posible este intercambio. En la presente edición, va el último trabajo de Santy, una entrevista al maestro Juan Carlos Desanzo, quien ha sido generoso al recordar parte de su dilatada trayectoria.

Por estos días, mi alumno proyecta orientar su vida de estudiante hacia una carrera referida al cine y me pareció atinado contactar a Juan Carlos. Me quedan como recuerdo la mirada sorprendida de Santy y sus preguntas, también sus comentarios sobre la estatura del entrevistado que me deslizó en nuestro regreso de Cariló.

Ojalá que la experiencia le haya servido de algo; en lo personal la he disfrutado. Solo me resta desearle que triunfe en todo lo que emprenda y que no pierda su esencia de buena persona y con principios.