Vamos que venimos

Por Fernanda Grimaldi, Fundadora de Lindo Comunicación, Coach en Comunicación.

Vivimos tiempos en los que hay mucho que paraliza y asusta, aislarse puede ser la elección más adecuada para prevenir contagios de enfermedades pero la más desacertada cuando se trata de sentir. Escudarse, levantar una muralla, una pared emocional que endurece y tiñe de dudas sobre el valor, oportunidad y autenticidad de quienes expresan con firmeza sus ideas y deseos no es una buena decisión.

Porque ser intenso, apasionado no es una mala palabra. Al contrario. Es vivir con entusiasmo y poner todo para que algo sea, evolucione, avance, sin dejarse llevar por dudas que solo restan fuerza.

Precisamente implica ir para adelante, sostener, poner garra, vibrar en energía positiva dejando de lado racionalizaciones, trabas e indecisiones propias y ajenas. Por eso yo celebro y agradezco esa intensidad.

La energía que somos nos dota de una fuerza que es especial y maravillosa porque nos permite crear. Por eso el ímpetu que le ponemos a lo que sentimos nunca puede ser una molestia, todo lo contrario. No hay nada más descolorido que quienes viven apagados porque evitan pensar, expresar o abrirse a experiencias, situaciones, sentimientos y emociones que por supuesto pueden incomodar o doler.

Solo tengo admiración por quienes se dejan conmover, no le esquivan a las palabras y menos a las consecuencias de ellas. Tienen un coraje especial porque se hacen cargo de que idealizan y es por ello que incluso pueden decidir no cumplir con sus expectativas. Es absolutamente esclarecedor cruzarse con personas que dejan que la vida los toque, los marque y lo permiten sin condiciones, sin negarlo. Por eso aplaudo y celebro la pasión y ganas de sentirnos conmovidos, y la capacidad de entender que la mediocridad conspira contra esa euforia que nos impulsa a amar, sentir y soñar.

Así que cuando alguien te diga que sos intenso, como si eso fuera algo negativo y pretenda con eso aplacar tu llama interior, tu vehemencia y te haga dudar de tu esencia, no tengas culpa, no dudes. Solo preguntate, ¿será que del otro lado está sobrando debilidad y temor?

Los juicios y miradas que limitan aplastan tu propio ser. Por eso registrá desde donde estás mirando o pensando algo y no te dejes atrapar por esas sombras. Es un trabajo diario que requiere constancia y sobre todo, paradójicamente, intensidad y compromiso con vos mismo. Vale preguntarte, si no te haces tiempo y espacio para esto ahora, cuándo lo harás? No te autolimites, atravesá esas murallas, las propias y ajenas, los pensamientos que te encadenan y mandate. La vida es esto que llamamos presente así que no la desperdicies y vivíla plenamente. Si, quizás duela, raspe pero nada se logra si no se intenta.