Elecciones legislativas en un gravísimo contexto internacional

Les propongo un ensayo básico para que razonemos juntos. La argentina, frente a la sensible situación económica, política y social, está dividida en principio en dos caminos alternativos a saber: Distribucionismo con emisión monetaria al mejor estilo de: “vamos tirando como sea para mantener la base electoral” o, ir en la frenética búsqueda del déficit cero. Con esta afirmación, no quiero significar que el equilibrio fiscal no sea la matriz fundamental para cualquier país que pretenda un crecimiento sostenido, y ante “la fiesta inolvidable” pasada era inevitable un ajuste, pero en modo alguno, con la premisa de que “cueste lo que cueste”.

Si el presidente se vanagloria de haber logrado ese equilibrio en tiempo récord con la brutalidad retórica de decirle en la cara a un jubilado la un discapacitado que su ministro de economía es el mejor del planeta, lo lamento, pero en modo alguno puedo justificar este recorte bajo estas condiciones de extrema necesidad, y el tener que optar por “el mal menor”, se convierte para quienes la están pasando mal, en una encrucijada que no tiene a la vista alternativas visibles.

En las últimas décadas hemos naturalizado estas reiteradas ofertas como si fuéramos un ganado vacuno que, cada dos años, debe someterse dócilmente al matadero. No vamos a comenzar a desarrollar ideológicamente cada una de estas opciones. Hacer esto, frente al hartazgo, sería un insulto más al que también nos hemos acostumbrado a recibir a diario.

A pesar de las diferentes concepciones ideológicas, ambas opciones, para darle ilegitimidad al esfuerzo están inoculadas de corruptela, sumando este componente inmoral y delictivo a la difícil tarea que tendrán los ciudadanos para ayudar a la construcción democrática y Republicana. Por tales razones, y sin la pretensión escrutadora de seguir socavando el estado de ánimo de nuestros compatriotas, la pregunta es: ¿debemos nuevamente optar por el famoso juego electoral del mal menor? - Todo hace pensar que, en el ADN argentino, habrá que recurrir nuevamente a este maldito dilema.

Si todo se limitara a tradiciones culturales, probablemente, muchos votarán “con el corazón”, otros, integrantes de las pequeñas y medianas empresas, intentarán sostener sus inversiones y la estabilidad de sus empleados, en términos de costo beneficio, como si fuera una ruleta rusa, no se moverán del tablero redoblando una confianza más, y aquellos que visualizan un proyecto productivo, mirarán con empatía a emergentes federales, aunque en rigor a la verdad, no pareciera ser hoy, una tercera opción posible ante las urgencias desatadas. Obviamente, la super estructura financiera continuará apoyando el proyecto oficial, toda vez que “sus números le cierren”.

Toda una contienda electoral de cabotaje que se da en el marco de una gravísima agenda internacional que tiene que ver con el nuevo orden y el posicionamiento global de las tres mayores potencias económicas y armamentistas del mundo.

Donald Trump, entre sus desaforadas y patológicas decisiones arancelarias y su decisión de encarar una neo- limpieza étnica dentro de EEUU, (en principio comenzó con los latinos) que fue la base cierta que los votó, y después veremos, dependiendo de su humor mañanero) – con quienes continuará su épica nacionalista.
Por el momento, su espíritu guerrero está adormecido, exceptuando a las seis o siete embarcaciones (probablemente con cargamento de drogas) que, con sus aviones B52, sin ocultarse de los radares, en aguas venezolanas y filmando casi en plano americano, los destruyó en un instante. Debo aclarar, por si este último comentario trae algún sentimiento de solidaridad con el presidente Maduro, que, para este columnista, Venezuela no tiene “una democracia con algunas fallas” como dijo el excanciller Taiana, sino que está gobernado ilegítimamente por una feroz dictadura con terrorismo de Estado mediante y una diáspora masiva de sus habitantes. Me abstengo por el momento de opinar sobre la ambigua generosidad de Donald Trump hacia el presidente Javier Milei, dónde la garantía de sus acuerdos, somos los propios argentinos.

Respecto a Rusia, creo que no hace falta dar mayores detalles de su invasión criminal sobre Ucrania. Mientras tanto, los chinos, ajenos a la explícita violencia, con esa expresión impasible que aturde, mueve sus piezas como un gran maestro de ajedrez, por lo pronto pacíficamente y con gran estrategia comercial, se dirige en puntas de pie día tras día hacia el occidente.

Hace muy pocos días, tuve un placentero sueño vívido que mostraba la magnífica serie BORGEN, dónde más allá de algunos recursos de ficción que todo guion cinematográfico tiene presentes, exponiendo orgullosa a la sociedad dinamarquesa lo que significa para ellos el Estado de Derecho, siendo el consenso entre Liberales, Laboristas, Ecologistas, una manera negociadora y dialoguista de como ejercer la democracia, dónde el límite de la tolerancia es la pizca de corrupción que es castigada con el máximo rigor.
Si algunos políticos argentinos no saben cómo funciona este sistema, en vez de hacer viajecitos caribeños, visiten a los daneses. Tal vez, en una de esas, comprendan de que se trata la convivencia legislativa: Acuerdos institucionales fundamentales en lo económico, social y cultural dónde, gobierne quien gobierne, estos consensos son POLÍTICA DE ESTADO.

El Poder Judicial no puede dedicarse a interpretar cada ley que se ha votado, y si el problema tiene que ver con lo semántico, empecemos por contratar a un corrector orto tipográfico toda vez que subamos al recinto un proyecto de ley. Claro, que también proponemos humildemente una alternativa: Dejemos de buscar candidatos en la comunidad de “influencers” o mediáticos televisivos, y honremos las candidaturas proponiendo a los capaces, decentes y profundos conocedores de sus territorios, amén.